viernes, 30 de octubre de 2009

"Papeles preciados", por María Marta Rodríguez Denis


Son tiempos de ocio, reposo y tranquilidad mental (bueno, toda la que se puede). Son días sin tiempo, sin horarios, comer cuando tenés hambre, dormir cuando tenés sueño (bueno, cuando tu hijita de dos años te deja), tiempo de jugar, soñar y aprender a estar a gusto con la propia vida.
Y por qué no son días de revisar los papeles viejos y encontrar en ellos emociones perdidas, apuntes nunca leídos, cuentos nunca terminados,algunos poemas de antes, proyectos inconclusos...
Hoy abrí una puertita (porque no fue un cajón, fue una puertita) donde conviven carpetas de trabajo, facturas de mi ex psicoanalista (la saqué bastante barata) y más de una revista que tal vez ni siquiera sean interesantes, pero están ahí, esperando ver la luz o ser senteciadas al tacho de basura de una vez por todas.
En medio de esos papeles inútiles rescaté uno, valiosísimo: una hoja Rivadavia de carpeta Nº3 (con los agujeros rotos y sin ojalillos, por supuesto) escrita en lápiz negro con una mezcla de letras minúsculas y mayúsculas, y al verla inmediatamente supe de qué se trataba.
Comparto aquí con los lectores su contenido, en especial con el autor del cuento, mi hermano menor, a quien le dedico esta joya para que la publique en su blog o simplemente la guarde para darla a conocer cuando sea un escritor consagrado:

EL GATO VOLADOR
"En el último minuto del partido, agarra la pelota Garfield, pasa a todo el equipo, manda el centro, cabecea Félix y pega en el palo y se escucha el silbatazo final. El partido termina empatado y se definía en dos penales de cada equipo. El primero lo patea Michi y en una estupenda atajada Don Gato ahoga el grito de los no famosos. Es el turno de Tom, patea con todas sus fuerzas y le pega en la cara a Timmy que no puede seguir jugando debido a su hemorragia. El tercer penal le corresponde al Gato Volador que con su derechazo pone el uno a cero para los no famosos. El último penal lo patea Garfield y como Timmy no se recompone el arquero será el Gato Volador.Garfield toma carrera, llega con sus últimas energías y patea a una punta cuando la multitud aclamaba el gol, el Gato Volador usó su don mágico para sacar esa pelota y darle la victoria a los no famosos. El silencio se apoderó de la tribuna. Los ganadores se fueron festejando y al día siguiente los contrataron para hacer una serie de superhéroes que se llamaría: “El Gato Volador y su pandilla”.

lunes, 5 de octubre de 2009

De idas y vueltas

Toda partida supone un regreso. O, al menos, el inconsciente de las personas siempre sabe que el ser humano no resiste la tentación de volver, tarde o temprano. Cuando la partida es anunciada, el regreso generalmente suele prolongarse por más tiempo. Si el adiós es sorpresivo, la ansiedad por la vuelta se incrementa, lo que termina por apurar el retorno.
Para una persona que escribe con frecuencia no existen despedidas anunciadas. Esto quizás tenga que ver con que la escritura es una actividad que depende de la imaginación y de las ganas, factores que, a un buen escritor, no suelen faltarle.
En tiempos de despedidas y de regresos multitudinarios, existen también regresos de perfil bajo, silenciosos, pero no por eso menos esperados. Es más, generalmente, los regresos que convocan multitudes tienen más que ver con el vil metal que con las verdaderas ganas de volver. Bandas de rock, jugadores de fútbol y famosos actores no parecen cansarse de ir y venir, privilegiando lo monetario y olvidándose del verídico interés por parte de sus seguidores, o mejor dicho, aprovechándose del mismo.
Pero los escritores no parecen saber de grandes regresos, ni de fastuosas presentaciones. Simplemente es volver a sentarse, escribir, pensar, borrar y volver a escribir. Tan simple como eso.
Y ahí estoy yo, de vuelta sentado, de vuelta pensando y de vuelta borrando. De nuevo escribiendo. Con las preocupaciones, incertidumbres y problemáticas habituales. Pero siempre volviendo...