viernes, 19 de noviembre de 2010

Las vueltas de la vida

Las vueltas de la vida tienen esas cosas. Todos, sin excepción de raza, sexo o clase social, nos enfrentamos en algún momento con ese tipo de situaciones en las que no sólo queremos que nos trague la tierra, sino que además consideramos viable y hasta simpática la opción de ser devorados por algún tipo de dinosaurio prehistórico o de ser secuestrados por vaya a saber qué especie extraterrestre con tal de no estar en ese lugar, a esa hora y en esas circunstancias. Es un momento en el que todo se para, donde ya no importa nada y donde pueden llegar a surgir las peores miserias del ser humano, esas que generalmente están reprimidas, guardadas en algún recóndito escondite de nuestro cuerpo.

Sin embargo, lo curioso de ésto no es el sentimiento que uno padece sino el infinito abanico de situaciones en las que la gente suele sentirse así. Para algunos, un simple encuentro callejero con un ser no deseado y su consiguiente esfuerzo por evitarlo. Para otros, una sencilla y aburrida cena familiar que termina siendo un martirio interminable. En fin, cosas triviales, que significan tan poco para algunos, pueden ser situaciones de vida o muerte para otros. Hasta que a uno no le pasa, ponerse en el lugar del otro es prácticamente imposible. Las vueltas de la vida tienen esas cosas.

Pero todo tiene un lado cruel, y las “vueltas de la vida” no son la excepción. Las necesidades de la gente son tan dispares que a veces se termina generando una rueda tan ilógica como interminable. Como aquel que es feliz porque tiene su primer auto, pero la felicidad le dura poco y nada porque ya quiere uno más nuevo. O aquel que consiguió sacar ese crédito para tener su primer monoambiente, pero que al tiempo de tenerlo se da cuenta que le queda chico y vuelve a estar disconforme. Las vueltas de la vida llevan a cambiar las prioridades, y también los métodos para llegar hacia ellas.

Pero las vueltas de la vida pueden dejar de ser tan curvas y comenzar a enderezarse si estas prioridades dejan de ser tan esenciales, tan vitales y pasan a ser una simple meta, una más entre tantas. Desvivirse por algo que uno quiere, por más grande que parezca, sólo hará que al momento de lograrlo sea una cosa más. Y también está bueno tener algún que otro sueño inalcanzable. Al fin y al cabo y después de todo, ¿a quién no le gusta soñar?

martes, 24 de agosto de 2010

Cosas del Destino...y de las otras

Siempre fui reacio a creer en el destino. Desde que tengo uso de razón, la sola idea de pensar en que todo estaba escrito y que nada, hagamos lo que hagamos, podía ser cambiado, me causaba escalofríos. En mis primeros años de mi vida, todo lo que sabía acerca del destino era por escuchar conversaciones de los grandes, que incluían esa bendita palabra demasiado seguido en sus diálogos. Sin embargo, fue recién a los trece o catorce años cuando mi percepción sobre el destino comenzó a cambiar, por supuesto que para mal.

No sé si fue que maduré de golpe o que hasta ese momento quise esconder lo que sentía, porque tanto yo como mi hermano Rafael somos de esas personas que se guardan más de lo que demuestran. Ambos vivíamos junto a mi tía Clelia, una de esas señoras pensionadas que no hacen absolutamente nada en todo el día salvo mirar la televisión. Mis padres habían muerto en un accidente de autos cuando yo tenía apenas diez meses y tanto yo como mi hermano, cuatro años mayor, quedamos a su cargo. Sinceramente, nunca supe bien si asimilé el golpe pero creo que supe llevarlo bastante bien y logré tener una infancia común y corriente. Quizás el hecho de que Clelia repitiera tantas veces que el accidente de mis padres fue “cosa del destino” fue lo que potenció mi rechazo hacia el mismo, pero un día dije basta y me propuse enfrentarlo.

Es por eso que, ya más grande, cuando el temor cesó y se transformó en una especie de bronca mezclada con impotencia, decidí simplemente hacer como que no existe tal cosa y comencé a escribir mi propia historia, sin creer en el destino. Paralelamente, como quien no quiere la cosa, empecé a seguir su rastro, porque estaba seguro que algún día lo encontraría y podría decirle todo lo que tenía guardado hace tanto tiempo.

Luego de varios años de búsqueda (en los que viví situaciones de las más disparatadas) lo encontré a la salida del subte B, en la estación Callao. A simple vista, era una persona común y corriente: alto, flaco y con un andar cansino, como desganado. Su vestimenta tampoco llamaba mucho la atención. Cuando lo crucé, llevaba una camisa a rayas coronada con un saco de corderoy negro y pantalón a tono.

Sin dudarlo un momento, con mucho miedo pero con la certeza de que estaba haciendo lo correcto, corrí hacia él y lo palmeé, aunque me di cuenta de que en realidad no sabía cómo llamarlo. No iba a quedar bien que le diga “Eh, vos, Destino” o “Hola, Señor Destino”, por lo que sólo atiné a no pensar y dejar que las palabras salieran solas. Cuando por fin pude hablar, mi voz sonó mucho más temerosa de lo que esperaba, pero logré decir lo que tenía guardado hace mucho tiempo: “Por fin te encuentro, hijo de puta”.

Cuando giró, un escalofrío me recorrió el cuerpo y mis músculos parecieron paralizarse. Su expresión era fría como un témpano y una sonrisa de triunfo, como sobradora, adornaba su horrible cara.

-“Jaja, ¿Vos me buscabas a mí? ¿Quién carajo te crees que sos para buscarme y palmearme así, delante de todos?”, me contestó con una voz que era todavía más escalofriante que su sonrisa.

-“Soy Felipe Rottemberg, y vengo a buscarte porque vos me cagaste la vida y creo que me debés varias explicaciones”, contesté haciéndome el valiente, aunque creo que mi miedo era indisimulable.

-“Mirá, nene, no todos, por no decir casi nadie, tiene el privilegio de encontrarse cara a cara conmigo, así que por lo menos te voy a pedir que me hables bien”.

-“No tengo ganas, sólo quiero que me expliques por qué te llevaste a mis papás sin dejar que los conozca, por qué hiciste que me peleara con mi novia y por qué dejé la carrera de Derecho sin siquiera aprobar una materia”.

-“Mirá, Feli, no tengo mucho para decirte, yo hago mi trabajo y no mucho más. Vos hacés el tuyo también, así que tendrás que entenderme”.

-“¡Sí, yo saco fotocopias en la facultad de Derecho por tu culpa, porque no me quedó otra que ir a pedir trabajo al kiosco cuando me di cuenta que para la carrera no servía!”.

-“Creo que te hice un favor, flaco, porque realmente eras un queso con las leyes”, me contestó con soberbia.

Seguido a eso, el muy turro se dio media vuelta y se fue. No me pregunten por qué, pero no lo seguí. En un frío análisis, y por más bronca que dé, ese hijo de puta tenía razón. Mi novia me dejó porque yo me cansé de serle infiel y no aprobé una materia de la carrera porque jamás senté el culo en la silla para estudiar. Todo cerraba, menos la muerte de mis padres.

Después de ese exótico encuentro con el Destino, mi vida pareció dar un giro de 180 grados. A mi trabajo como fotocopiador en la facultad lo pude complementar con la carrera y después de seis largos y duros años, logré recibirme y poner mi propio estudio de Abogados. Mi vida personal había cambiado rotundamente: apenas una semana después de ese día, conocí a Diana, con quien hoy estoy felizmente casado y esperando un varoncito. Finalmente pensé que le había ganado al destino, o que por lo menos me había amigado con él, aunque nuestro único encuentro no había sido del todo feliz. Tiempo después me iba a enterar que ese encuentro no iba a ser el único.

Una calurosa mañana de diciembre, el alboroto que se había generado en la puerta de mi estudio (ubicado en la calle Talcahuano) me hizo bajar para ver qué pasaba. Cuando llegué a la puerta, el encargado me informó que habían atropellado a un hombre, que agonizaba en pleno asfalto. De reojo, y de puro morboso, pispié por entre la multitud para divisar al agonizante cuerpo. Y ahí estaba. Pelado, con el mismo saco corderoy y la misma camisa a rayas, aunque esta vez su cara era otra.

Sin dudarlo, corrí hacia él nuevamente, como hacía exactamente siete años lo había hecho en la estación Callao.

-“Destino…por favor…vos no podés…¿qué te pasó?

Llamativamente, su agónica voz sonó tranquila. Se inclinó hacia mí y me dijo:

-“Viste, Feli, yo puedo decidir todo, puedo hacer que parejas se peleen, puedo hacer que un equipo pierda un campeonato, puedo hacer que gente pierda su trabajo y lo recupere y puedo decidir quién es la estrella del momento en televisión, pero hay algo con lo que no juego, con lo que no me divierto, simplemente porque no puedo. Ella es más fuerte que yo, y no es casualidad que esto me haya pasado en esta esquina, Feli. Quería que vos lo sepas, más que nadie, porque considero que vos necesitás saberlo”.

Con el último aliento, haciendo un enorme esfuerzo por mantenerse vivo, el Destino me miró fijo y sólo dijo una frase antes de dejar de respirar:

-“Con la muerte no se jode, Feli”.

lunes, 9 de agosto de 2010

Cada vez más Rey


Era lo único que le faltaba, realmente. Después de esa fatídica lesión en la cadera y su correspondiente y larga recuperación, David Nalbandian volvió al circuito con un ranking más que mentiroso (145°) y con las mismas ganas de aquel pibe unquillense que debutó en el tenis grande hace ya diez años. Llamativamente, y silenciando a todos los críticos de turno que se mofaban de su fanatismo por la noche y su exceso de peso, la vuelta de Nalbandian no podría haber sido mejor. A sus memorables actuaciones en Copa Davis, donde se cansó de vestirse de héroe, el cordobés le agregó otro laurel más a su corona: volvió a ganar un torneo ATP después de más de un año y medio y se metió entre los 50 mejores del ranking.

Fue una semana perfecta la del ahora 45° del mundo. La coronación fue ante el potente chipriota Marco Baghdatis, que tenía antecedentes de haber amargado al cordobés en anteriores partidos y venía arriba en el historial. Sin embargo, el altísimo nivel demostrado por Nalbandian durante todo el torneo pudo más y terminó por sentenciar la historia con un contundente 6-2 y 7-6 (7-4 en el tie break). De esta forma, el torneo de Washington tuvo un ganador argentino por tercera vez consecutiva, ya que Juan Martín Del Potro había alzado la corona en 2008 y 2009.

Es esperanzador el andar de Nalbandian. Recuperó su nivel y por momentos brilla en la cancha, como en las mejores épocas. Su materia pendiente es quizás el servicio, el punto más flojo desde su retorno y que lo tuvo a mal traer en varios pasajes del torneo. Por ahora, con los demás aspectos de su juego lo viene neutralizando (especialmente con ese exquisito revés made in Nalbandian), pero será un punto a rever para lo que viene. El Master Series de Toronto es su próximo escollo en la carrera a conseguir su objetivo para este año: ubicarse entre los 30 mejores del mundo. Con este nivel, nadie duda que lo logrará. Como todo buen Rey, nadie lo destronará hasta el día de su deceso. Y ese día, para el Rey de Unquillo, parece estar muy lejos.

lunes, 19 de julio de 2010

Cuidado, Leonas sueltas


Ya suena repetitivo, pero no por eso menos meritorio. La Selección argentina de hockey, o simplemente "Las Leonas", se alzaron con un nuevo Champions Trophy, el cuarto en la historia del país, en Notthingham y mostraron una vez más su increíble poderío en torneos internacionales, en los que no bajan del 4to puesto desde 1999. Todo un logro para un deporte argentino sediento de gloria.
Fue duro y dubitativo el comienzo del torneo para el equipo conducido por el Chapa Retegui. Un empate y una derrota en los dos primeros partidos hacían peligrar seriamente la chance de acceder a una nueva final, pero fue ahí cuando las chicas hicieron honor a su nombre, y comenzaron a mostrar sus garras. Tres victorias al hilo y algunos resultajos ajenos favorables le permitieron a Las Leonas disputar el partido decisivo, una vez más ante Holanda, el único rival que parece estar a la altura de las argentinas.
En un encuentro cambiante, disputado y que pudo ser para cualquiera de las dos, Argentina supo pegar en los momentos justos y terminó imponiéndose por 4 a 2, con tres tantos de la goleadora del Campeonato, Noel Barrionuevo, que se transformó de a poco en el estandarte de la defensa argentina, no sólo por defender sino por ser practicamente letal en la ejecución de corner cortos, vía por la que convirtió los ocho goles que le permitieron terminar como top scorer del Torneo.
Así las cosas, ya no llama la atención ver a Argentina en lo más alto del podio de un Champions Trophy, así como tampoco llama la atención ver a Luciana Aymar recibir el premio a la mejor jugadora. Aunque la propia rosarina admitió que no tuvo un buen Torneo, su actuación le permitió alzarse como la indiscutida Reina del hockey mundial, una vez más.
Con todos estos condimentos, la ilusión de conseguir un nuevo título en agosto, cuando Rosario reciba al Campeonato Mundial, crece a pasos agigantados. Ahí está puesta la cabeza de estas chicas, completamente amateurs, que se desviven día a día para estar a la par de las jugadoras de otros países en los que el hockey es profesional y para las que todo es mucho más fácil. A pulmón, con esfuerzo y garra de verdaderas Leonas, Argentina se mantiene en la elite del hockey mundial. Unión, temple, corazón y talento, metidos en los bonitos cuerpos de estas chicas que muestran al mundo su poderío. Leonas sueltas que rugen cada vez más fuerte.

El triunfo del buen fútbol


Pasó lo que tenía que pasar. Aunque muchas veces ocurra lo contrario, en Sudáfrica 2010 ganó el mejor. Y el mejor fue España, ese equipo que plantó una idea hace dos años con Luis Aragonés a la cabeza, decidido a cortar la sequía de títulos de la Roja y con un objetivo claro: volver a los primeros planos. Material había, sólo faltaba plasmar en resultados las buenas actuaciones individuales. Y todo fue tomando forma a partir de la Euro de ese año, en la que España se consagró como el mejor equipo del continente, superando el bajón que había ocasionado la eliminacion en Alemania 2006 a manos de Francia.
A partir de ese momento, el objetivo inicial de Aragonés tomó el color deseado, ese que había estado buscando. Con una idea de fútbol bien definida, la escuela del buen pie, heredada de los holandeses que llevaron al Barcelona a lo más alto, España poco a poco se fue nutriendo de características destacables que lo llevaron, dos años después, a ser el mejor de todos.
Vicente Del Bosque tomó la posta de Aragonés luego de la Euro y mantuvo su ideología. Supo explotar al máximo el potencial de jugadores que no solían destacarse en sus clubes. Y en esa materia, el Barcelona fue la cantera de donde se nutrió la Selección para fomentar el buen pie. Puyol, Piqué, Pedro, Xavi, Iniesta...todos jugadores del equipo de Guardiola que fueron más que fundamentales para este logro. Ellos, acompañados por Casillas, Sergio Ramos y Xabi Alonso, pilares del Real Madrid, más la explosión definitiva de David Villa, que venía rompiéndola en el Valencia y que ya es nuevo jugador del Barcelona, fueron los encargados de llevar a España a los más alto por primera vez en su historia.
De esta forma, España se suma al selecto grupo de Campeones del Mundo que componen también Brasil, Argentina, Uruguay, Alemania, Inglaterra, Francia e Italia. Por esto es más que justificada la euforia de un emocionado Casillas, que rompió el hermetismo y le encajó un beso en pleno reportaje a su hermosa novia Sara Carbonero. Por esto también se justifica la alegría de los miles de españoles que recibieron en Madrid a los campeones, en una fiesta que tuvo como speaker de lujo al arquero suplente, Pepe Reina, que no tuvo ni un minuto de juego en Sudáfrica pero se lució como presentador del equipo en el escenario.
España es el justo campeón, en tiempos en donde los campeones y sus formas de ganar son cada vez más criticadas. Es por eso que el mundo festeja, pese a quien le pese. En Sudáfrica 2010 ganó el buen fútbol. Ganamos todos.
¡Salud, Campeón!

miércoles, 14 de julio de 2010

Ganar perdiendo

La foto que los 23 jugadores que conformaron este histórico plantel uruguayo se tomó antes del partido fue la síntesis perfecta. Ninguno quería perderse esta posibilidad única de salir en la imagen de un equipo que entró en la historia grande. El partido por el tercer puesto no era más que una excusa, porque Uruguay ya había ganado incluso antes de salir a la cancha.
Un equipo que llegó al Mundial inmerso en un mar de dudas, después de atravesar una irregular eliminatoria, en la que quedó quinto y tuvo que jugar un repechaje contra Costa Rica, hoy está en boca de todo el mundo. El 4to puesto obtenido en Sudáfrica es el premio al esfuerzo de un plantel que se bancó muchas críticas y logró salir adelante, con la famosa garra charrúa como estandarte. Pero no contento con eso, Uruguay se dio el lujo también de tener al mejor jugador del Mundial, Diego Forlán, que fue elegido por la FIFA superando por amplio margen a jugadores del campeón España, como Villa e Iniesta y hasta al propio Messi.
Luego de la merecida pero ajustada derrota ante Holanda por la semifinal, Uruguay arribó al partido por el tercer puesto con la certeza del deber cumplido, como para dedicarse a disfrutar después de tanto esfuerzo. Enfrente, Alemania era la contracara, ya que sus aspiraciones de campeonar, reforzadas por sendas goleadas ante Inglaterra y Argentina en octavos y cuartos, habían sido sepultadas por España en semis, con baile incluido. Lo cierto es que, sin presiones, el partido fue emocionante, de lo mejor del Mundial. Pudo ser de Uruguay, que estuvo 2 a 1 y con chances de aumentar, pero finalmente fue Alemania quien se impuso por 3 a 2 y terminó quedándose con un tercer puesto que apenas sirvió como premio consuelo a un plantel que mostró un altísimo nivel durante gran parte de la competición. Además, el juvenil Müller terminó llevándose el premio al goleador, ya que convirtió los mismos tantos que Villa, Sneijder y Forlán (5), pero sumó tres asistencias en el torneo y la FIFA terminó premiándolo.
Ya en su tierra, el plantel uruguayo tuvo su merecido homenaje, con el Presidente José Mujica recibiéndolos y las calles teñidas por una multitud que clamó por los nuevos héroes. Esos mismos que escribieron una de las páginas más grandes de la historia uruguaya, bien merecido lo tienen. Perdieron los dos últimos partidos, pero terminaron ganando el respeto del mundo entero. Eso es saber perder.

jueves, 8 de julio de 2010

Para la historia


Son pocas las veces en las que los equipos derrotados pueden entrar en la historia grande de un Campeonato del Mundo, pero ésta fue una de las excepciones. Uruguay, ese equipo humilde que entró a la Copa por la ventana, pidiendo permiso, terminó su sueño al caer con Holanda pero lo hizo de pie, como caen los verdaderos grandes. Es por esto que la historia ya tiene un lugar reservado para esta Selección, que se lo ganó con todas las de la ley.

Ya es parte de la historia porque arribó a este Mundial teniendo que jugar un repechaje, ya que quedó 5to en las eliminatorias sudamericanas. Como si fuera poco, tuvo que integrar el “grupo de la muerte”, en el que estaban Sudáfrica, el anfitrión, y Francia, el último subcampeón, y terminó primero. En octavos tuvo que verse las caras con Corea del Sur y salió victorioso haciendo gala de su ya conocida garra. En cuartos fue protagonista de un partido para el infarto y terminó derrotando a Ghana por penales en un partido que estuvo a punto de perder. Finalmente, en la semi cayó ante la invicta Holanda pero dejó todo hasta el final y terminó de demostrar que su actuación no fue casualidad.

Con un juego poco vistoso pero efectivo, Uruguay salió dispuesto a cortar el circuito de juego de la ofensiva holandesa, pero se encontró con un gol de otro planeta de un defensor (Van Bronckhorst) y todo se le hizo cuesta arriba. Sin embargo, cuando parecía no reaccionar, apareció su jugador distinto, Diego Forlán, para poner el empate con otro gol made in Jabulani (pelota que cambia su recorrido en el aire) y darle otra vida más a su equipo.

El arranque del segundo tiempo mantuvo la misma tónica, con Holanda volcado al ataque y Uruguay aguantando y sorprendiendo con alguna contra. En ese período, la ausencia de Lugano, estandarte de la defensa uruguaya ausente por lesión, comenzó a notarse. Los avances de los europeos eran cada vez más punzantes y parecía que el gol era cuestión de tiempo. Y así lo fue. En escasos minutos, Holanda quebró el arco uruguayo dos veces (la primera en offside) y la historia comenzaba a sentenciarse. Uruguay parecía entregado.

Pero entrega es una palabra que parece no estar incluida en los diccionarios uruguayos. Sin piernas ni claridad, pero con demasiado amor propio, los sudamericanos metieron en un arco a su rival en los últimos minutos, a fuerza de pelotazos y centros. Y hasta tuvieron la oportunidad de descontar con el tiempo cumplido y hacer transpirar a los miles de holandeses presentes en el estadio. Pero hasta ahí iban a llegar. Y vaya si es lejos.

De esta forma, Holanda arribó a la tercera final de su historia (perdió las dos anteriores) y buscará su primer Título del Mundo para coronar un presente de ensueño, con 24 partidos invicto (incluidos todos los partidos de eliminatorias y del Mundial, más amistosos). Por el lado de Uruguay, este arribo a las semifinales parece el comienzo de un resurgir. Tantas veces relegado a quedarse afuera de los Mundiales en las eliminatorias o en primera ronda, esta ocasión encontró a un equipo con hambre de gloria, como no se ha visto en mucho tiempo. La juventud en muchos de sus hombres ilusiona. Los hinchas más viejos se acordarán del famoso Maracanazo y sus artífices, y seguramente los relacionarán con estos nuevos héroes, que a pesar a haber perdido se llevaron toda la gloria, esa misma que el pueblo uruguayo no pudo encontrar en 60 largos años y que hoy volvió a conocer con una actuación memorable.

martes, 6 de julio de 2010

¡Y olé!


Cerca, más que cerca estuvo Paraguay de seguir haciendo historia. Es más, a la hora de buscar las razones que lo llevaron a quedar afuera en cuartos de final, se cae en la cuenta de que las mismas son escasas, por no decir que fue sólo una: España metió un gol y Paraguay, ninguno.
El planteo del equipo de Martino fue perfecto. Paraguay se supo adecuar a la exigencia del rival que tenía enfrente y dispuso de un mediocampo superpoblado, con Tacuara Cardozo como única referencia de área. De esta forma, el técnico argentino buscaba cortar el talentoso circuito de juego del equipo español sin retroceder demasiado. Y lo consiguió.
Durante gran parte del primer tiempo, el equipo paraguayo fue poseedor del balón y España sólo inquietó con algún que otro centro aislado. Cortado el tándem Xavi-Iniesta, el equipo de Del Bosque nunca logró conectar el medio con los delanteros y todo se le hizo cuesta arriba. Lo único que le faltó a Paraguay fue el gol, y eso lo iba a terminar pagando muy caro.
La chance más clara ocurrió ya en el segundo tiempo, en un minuto que fue frenético. Primero, un penal le dio la oportunidad a Cardozo de plasmar en el resultado la supremacía en el juego, pero el remate del delantero encontró las manos de Casillas, que no había terminado de festejar cuando escuchó el silbato que cobraba la pena máxima en la otra área. Esta vez, el encargado de ejecutar fue Xabi Alonso, que se quedó sin festejo porque su primer remate (terminó adentro del arco) fue anulado por invasión de área. En la segunda chance, Villar adivinó el palo y le negó el grito, pero inmediatamente convirtió otro grosero penal que el árbitro increíblemente no advirtió. Todo en dos minutos.
El bajón del penal errado fue asimilado por ambos equipos de distinta forma. Paraguay comenzó a sentir el desgaste de trabajar tanto en la mitad de la cancha y comenzó a ceder terreno. Espaá notó esta merma y se decidió, por fin, a atacar en serio. El único gol del partido iba a llegar, como no podía ser de otra manera, de carambola. Luego de un rebote en el palo, David Villa definió esquinado pero la pelota pegó en un palo, rodó por toda la línea, rebotó en el otro y entró. De no creer.
Resignado, Paraguay fue como pudo pero a esa altura, España ya estaba más que tranquilo y sólo tuvo que esperar que pase el tiempo para acceder a la segunda semifinal de historia. Ahora será tiempo de enfrentar a la temible Alemania y buscar la primera final de su historia, para cortar la virginidad de títulos en Copas del Mundo.
Paraguay, por su parte, se despidió con la frente más que alta y con una idea de juego definida. El gran recibimiento que tuvo en la llegada a su país así lo confirman.

Ultima parada, La Noria


La gloria, aquella que todos anhelábamos, esa misma que imagino el hincha que propuso la frase que engalanó el micro argentino en Sudáfrica, con la que todo un pueblo soñaba volver a encontrarse después de 24 larguísimos años, volvió a brillar por su ausencia. Y nuevamente, el culpable visible de tal desilusión fue Alemania. Como en el 90, cuando Diego todavía brillaba en la cancha. Como en 2006, el día que Messi se quedó en el banco y Lehmann y su machete hundieron las esperanzas.
Esta vez, en el campo de juego no hubo equivalencias. Hubo dos equipos completamente distintos. Uno que sabía lo que quería, que fue en busca de ello y que tuvo armas para conseguirlo. Pavada de conjunción. El otro, un grupo de once jugadores dispersos, sin un eje que les marque el rumbo y que sufrieron el tremendo golpe de arrancar en desventaja casi desde el vestuario.
Iban apenas dos minutos cuando Schweinsteiger envió un centro letal, Otamendi perdió a Müller y el jóven del Bayern Munich cabeceó solo y cómodo para abrir el marcador. Era el principio del fin.
A pesar de la ventaja, Alemania siguió con la misma tónica y el partido se volvió un monólogo. Argentina no encontraba el rumbo y parecía que el 2 a 0 estaba al caer. Por el andarivel derecho de la defensa argentina, Alemania encontraba los huecos para lastimar. Con Podolski volviendo loco a Otamendi (fue amonestado y estuvo al borde de la expulsión) y un Schweinsteiger enorme que fue la manija del equipo alemán, el 1 a 0 con que terminó el primer tiempo fue más que mentiroso. Alemania estaba para golear.
Con la obligación de dar vuelta las cosas, el complemento encontró un cambio de actitud en el equipo argentino. De la mano de Mascherano y Tévez (los más sacrificados), Argentina fue al frente como pudo, siempre sin fútbol, pero con la actitud necesaria para crear situaciones. Fueron 15 minutos en los que el empate era una realidad casi palpable. Pero claro, el desperdicio de situaciones en el arco rival contra un rival de envergadura lo terminás pagando caro. Y fue así como Alemania convirtió el segundo...y el tercero...y el cuarto. Y dio la sensación de que si no hizo alguno más fue porque no quiso.
Enfrente, en equipo sin rumbo, que quedó completamente KO con el segundo golpe, justo cuando Diego se disponía (tardíamente) a mandar a la cancha a Pastore para darle algo de compañía al solitario e intermitente Messi.
Es por eso que echarle la culpa sólo a Alemania de la eliminación sería pecar seriamente de ignorante. Varios fueron los atenuantes que hicieron que el equipo se vuelva en esta instancia, y seguramente saldrán varios más a la luz con el correr de los días. Lo cierto es que el futuro de Maradona al frente de la Selección es incierto todavía. La mayoría de la gente quiere que siga y le demostró su apoyo incondicional en la llegada del equipo a Ezeiza, donde fue recibido por casi 20 mil personas, como si se hubiese ganado algo.
Será cuestión de esperar y seguir asimilando un nuevo golpe, otro más que se suma a una larga lista de decepciones que se vienen acumulando una tras otra. Parece que la gloria nos queda vez más lejos y que tendremos que seguir conformándonos con la actitud de algunos jugadores, que por supuesto, no alcanza.

lunes, 5 de julio de 2010

Como con la mano


El partido fue histórico por donde se lo mire. Empezando porque se enfrentaban dos selecciones que no suelen llegar a esta instancia en Mundiales y siguiendo por el desarrollo, que fue cambiante y que mostró a ambos equipos con ambiciones de seguir en pie. Pero lo que sin dudas fue más que histórico fue el desenlace: alargue, mano en la línea sobre la hora, penal a los 120 minutos, error en la ejecución, definición por penales, un Loco que ejecutó el tiro definitivo como con un guante, picando la pelota sobre el arquero y festejo, mucho festejo. Un partido para la historia.
Uruguay y Ghana llegaban a la instancia de cuartos de final como las cenicientas de la competencia. Favorecidos en los cruces de octavos (Uruguay derrotó a Corea y Ghana a Estados Unidos), ambos equipos ya habían entrado en la historia de su país pero salieron en busca de más.
El primer tiempo mostró a un Ghana más punzante y con mejor juego que Uruguay. Con la insistencia de Gyan y la habilidad de Boateng, varias fueron las chances de abrir el marcador antes del bombazo de Muntari, que encontró a un sorprendido Muslera que poco pudo hacer. La ventaja era merecida, Ghana era más y Uruguay no encontraba el camino.
En el segundo tiempo, los de Tabárez reaccionaron y se encontraron con la igualdad a los pocos minutos de comenzado el complemento, con un fortísimo tiro libre de Forlán que hizo que la pelota tiemble en su recorrido y deje al arquero ghanés sin respuesta. Un gol made in Jabulani.
Con el empate consumado, ambos equipos sintieron el cansancio y decayeron en rendimiento. Con los 90 cumplidos, el tiempo suplementario fue más de lo mismo. Mucha fricción, piernas duras y los dos equipos decididos a aguantar hasta los penales. Claro que, con los 120 minutos cumplidos, el destino tenía preparada una carta de las más jugosas.
Una serie de rebotes en el área uruguaya encontró un remate de Gyan, que Luis Suárez alcanzó a despejar en la línea. El rebote lo capturó Adiyiah, que cabeceó hacia el arco de un Muslera vencido. Era gol. Ghana estaba en semifinales. Un equipo africano hacía historia. Pero no. Suárez, nuevamente, evitaba que la pelota ingrese a su arco, aunque esta vez lo hacía con la mano, con la esperanza de que el árbitro no advirtiera este detalle. Pero eso no sucedió. El juez cobró el correspondiente penal, expulsó al delantero y le dio a Gyan una chance gigante de entrar en la historia.
Nuevamente, el destino hizo lo suyo y el penal rebotó en el travesaño, justo cuando el referí pitaba el final. Lágrimas en la cara del delantero ghanés, incredulidad del público presente y de los millones que lo seguían por tele, festejos uruguayos e incertidumbre, mucha incertidumbre.
En la serie de penales, los ghaneses fallaron dos y Uruguay uno. Llegaba el tiempo de definir y el encargado era Sebastián Abreu, el Loco, el mismo que se cansó de pinchar pelotas en penales en Argentina, México y la Selección. Todo aquel que haya visto algún video suyo lo tenía en claro. Pero el arquero ghanés no tenía idea de esta particularidad, y Abreu lo sabía. Por eso, al mismo tiempo que el pobre Kingson se tiraba inútilmente a su derecha, el Loco fundió el botín en el pasto, bajo la pelota y la picó, suave, muy suave al medio del arco. La pelota besó la red y sentenció el épico partido. La locura estaba consumada.
Uruguay se metió en semifinales en un partido que quedará como uno de los más emocionantes de los Mundiales. El equipo de Tabárez buscará seguir escribiendo la historia y conseguir su tercer Título del Mundo. Esta vez pasó gracias a las manos: primero la de Suárez, que evitó el gol ghanés en tiempo de descuento y luego la mano de Abreu, metida en su pie izquierdo para una definición exquisita. Parece que Dios se puso por un ratito la Celeste.

Naranjazo


A cualquier fanático del fútbol se le habrá venido a la cabeza aquel 16 de julio de 1950, cuando Uruguay sorprendió al mundo entero y derrotó a Brasil en la final del Mundial en su casa, ante más de cien mil hinchas verdeamarelhos, gestando lo que luego se conocería popularmente como Maracanazo.
Brasil llegaba al partido de cuartos de final frente a Holanda como gran favorito, habiendo aplastado al Chile de Bielsa en octavos y con el equilibrio justo de un ataque implacable y una defensa más que segura. Enfrente, los holandeses llegaban de punto y con muy poco que perder, sabiendo que enfrente estaba el gran candidato de siempre.
Lo cierto es que después de un primer tiempo que sirvió sólo para confirmar lo que se preveía (terminó 1 a 0 para Brasil con ratos de baile), Holanda creció y terminó dando vuelta el partido y desnudando las peores falencias técnicas y emocionales de un Brasil impotente (terminó con uno menos y pegando a mansalva) que tuvo que volverse a casa mucho antes de lo previsto. En fin, un auténtico Naranjazo.
El equipo de Dunga tuvo un primer tiempo excelente. Mucho toque en el mediocampo, velocidad en la delantera y firmeza en la defensa para despejar algún que otro aislado pelotazo holandés. Un Robinho movedizo, siempre sutil y con la precisión y velocidad como bandera, hizo que Brasil muestre lo mejor de su repertorio. Precisamente él fue quien abrió el marcador definiendo sobre la salida del arquero tras un exquisito pase entre líneas de Felipe Melo. Con la ventaja, los holandeses se desesperaron y eso agrandó aún más a Brasil, que por momentos bailó a los europeos. Sin embargo, la superioridad en el juego no se plasmó en el resultado: un mentiroso 1 a 0 para ir al descanso.
Sólo los jugadores holandeses sabrán qué les habrá dicho su técnico, Bert Van Marwijk, en el vestuario, pero Holanda volvió a la cancha con otra actitud y dispuesto a hacer historia. El encargado de escribirla iba a ser nada menos que Wesley Sneijder, campeón de la Champions con el Inter, que primero mandó un centro envenenado que Felipe Melo (sí, el mismo del pase magistral en el gol brasileño) peinó contra su propio arco y luego cabeceó en el borde área chica un centro de Robben que había sido peinado por Kuyt. Sneijder se ponía el traje de héroe, y no se lo iba a sacar más.
A partir de ese momento, se vio lo mejor de uno y lo peor de otro. Holanda, con la tranquilidad de la ventaja, esperaba atrás y preocupaba con la contra. Brasil, con más vergüenza que otra cosa, iba como podía, pero la precisión y el toque del primer tiempo parecía haberlos dejado en el vestuario. Así las cosas, los sudamericanos se desesperaron, comenzaron a pegar demasiado y terminaron con uno menos por la expulsión de Melo (¡Sí, el mismo del pase milímetrico!). Holanda, por su parte, sólo dejó correr el tiempo para consumar la epopeya.
El Naranjazo era una realidad. Holanda está en semifinales y buscará en Sudáfrica acabar con el mito de que juega lindo pero no gana nada. Los jugadores brasileños, por su parte, ya volvieron a su país, donde tuvieron un recibimiento más que hostil por parte de la afición que soñaba con el Hexacampeonato. El único que no arribó con la delegación fue Dunga, que renunció apenas finalizado el partido y prefirió no cruzarse con la multitud sabiendo que sería el principal blanco de los insultos.
Otro dato: en Argentina hubo bocinazos y festejos desmedidos por la eliminación brasileña. Teniendo en cuenta lo que pasaría un día después, se ve que los argentinos no aprendemos más. No hay que festejar antes de tiempo, muchachos.

jueves, 1 de julio de 2010

Sólo quedan ocho

Cuatro sudamericanos, tres europeos y un africano. La ilusión es una sola. A partir de mañana, ocho países buscarán el pasaje a semifinales. Estos son los cuartos de final de Sudáfrica 2010:

Viernes 2 de Julio
11.00 hs. Puerto Elizabeth: Holanda - Brasil
15.30 hs. Johannesburgo (Estadio Soccer City): Uruguay - Ghana

Sábado 3 de Julio
11.00 hs. Ciudad del Cabo: Argentina - Alemania
15.30 hs. Johannesburgo (Estadio Ellis Park): Paraguay - España


Todos los horarios corresponden a la hora argentina.

El país de la maraVilla

El último partido de octavos de final prometía y mucho. De un lado, la temible España, campeona de la EuroCopa y gran favorito para ganar su primer Mundial. Del otro, Portugal, semifinalista en Alemania 2006 y con Cristiano Ronaldo como estandarte. Sin embargo, por enésima vez durante este torneo, las promesas quedaron sólo en eso. CR7 brilló por su ausencia y dejó nuevamente en claro que sólo está para los firuletes y las propagandas marketineras. España, por su parte, tampoco pudo desplegar su juego característico y sufrió más de la cuenta, pero contrario a su rival tiene a un jugador que hace la diferencia: David Villa.
El flamante refuerzo del Barcelona tiene siempre el arco entre ceja y ceja, y eso no hace que pierda el foco para armarse sus propias jugadas, a falta de asistencias. Clara muestra de esto fue la cantidad de disparos al arco que intentó, ya que los habituales asistidores, Xavi e Iniesta, fueron muy bien contenidos por los portugueses y el Guaje tuvo que arreglárselas solo. Esta insistencia del nuevo compañero de Messi transformó al arquero Eduardo en figura y fue un constante dolor de cabeza para los defensores portugueses. Claro que, ante tanto ataque, Portugal comenzó a aprovechar las contras con las constantes subidas de Coentrao por izquierda y algunas que otras apariciones esporádicas de Thiago y Ronaldo, que también hicieron lucirse a Casillas.
El segundo tiempo continuó con la misma tónica, España atacando y Portugal contragolpeando. En ese frenesí, el partido se hizo de ida y vuelta. Finalmente, luego de que Puyol casi convierta en contra tras un centro de Hugo Almeida, llegó la apertura del marcador. En una de las pocas ocasiones que Iniesta pudo sortear la pegajosa marca portuguesa, el volante sacó un pase entre líneas para Villa, que no perdonó. Un dato no menor: cuando partió el pase de Iniesta, el delantero estaba apenas adelantado. Punto en contra para Baldassi y la terna argentina.
Con la ventaja en el marcador, España se serenó y comenzó a desplegar su juego. Portugal no logró hilvanar ninguna situación seria de peligro y lleno de centros el área española, pero ninguno con buen destino.
España terminó justificando su triunfo con sobriedad y diferencia de jerarquía en sus jugadores. Ahora, se cruzará con el duro equipo de Paraguay y todo es esperanza para conseguir el primer título mundial de su historia. Por el lado de Portugal, pura decepción. Sobre todo por la pobrísima actuación de Cristiano Ronaldo, que sólo convirtió un gol, el sexto en la goleada sobre Corea del Norte. La imagen final parece decirlo todo, un Ronaldo cabizbajo, escupiéndole a la cámara y despotricando contra su técnico. Triste y solitario final para la super estrella que nunca fue.

miércoles, 30 de junio de 2010

Con el tiro del final


Ese zurdazo que todos vislumbraban como un posible bombazo, terminó siendo suave, esquinado y sutil. Ese zurdazo desató la alegría y el festejo desmesurado en Pretoria, en Asunción y muchos otros rincones del planeta. Ese zurdazo de Tacuara Cardozo hizo historia. Gracias a él, Paraguay está por primera vez en cuartos de final de un Mundial.
El aburrido 0 a 0 que habían entregado los 120 minutos de juego llevó a la primera definición por penales del Mundial. Paraguayos y japoneses se respetaron demasiado durante el encuentro y ninguno se animó a torcer la historia de un partido que en varios pasajes fue un verdadero dolor de ojos. Japón sólo inquietó a Villar con disparos desde media distancia, que entre las buenas intervenciones del arquero y el travesaño sólo quedaron en amenazas.
Del lado de los guaraníes, apenas algunas intervenciones del argentino Lucas Barrios, que formó dupla de ataque con Roque Santa Cruz, pudieron llevar algo de peligro al arco japonés, pero parecía que el destino quería que todo se defina desde lo doce pasos. Para colmo, otro argentino, Ortigoza, se fue reemplazado en el segundo tiempo y Paraguay perdió a un hombre clave para los penales. Claro está que la intención de Martino era definirlo antes, pero no pudo.
El tiempo suplementario sólo entregó una cabezazo por lado para sacudir la modorra pero todo quedó en tablas. Entonces llegaron los penales, el que Komano tiró al travesaño y el que Cardozo colocó con calidad para definir una serie cerradísima.
Sin José Luis Félix Chilavert, especialista en la materia, pero con las ganas de hacer historia, el equipo de Gerardo Martino accedió por primera vez a una serie de cuartos de final y se verá mano a mano frente a la temible España. La suerte está echada, y la fe más que intacta. Será cuestión de esperar el sábado para buscar seguir escribiendo la historia.

Cuando quiere te vuelve loco


El buen juego colectivo, la potencia de ataque y la premisa de ir al frente siempre, sea cual sea el resultado que Marcelo Bielsa le impone a sus equipos, sumado a lo poco que había demostrado Brasil en este Mundial hacían prever que el partido de octavos de final entre chilenos y brasileños sería, por lo menos, peleado. Los primeros 30 minutos del encuentro así lo fueron. Pero a Brasil se le ocurrió poner segunda, y chau. Ya no hubo nada que hacer para los de Bielsa, que se vuelven a casa tras ser goleados y por momentos bailados por una Selección que, cuando quiere, parece ser capaz de pintarle la cara a cualquiera.
Se dice que Brasil tiene un comportamiento particular en los Mundiales: regula en la primera fase, demostrando debilidad, y arranca a jugar en serio cuando tiene que hacerlo, a partir de octavos. Este Mundial 2010 no parece ser la excepción. En la fase de grupos, el Scratch apenas derrotó por 2 a 1 a la débil Corea del Norte, triunfó ante Costa de Marfil 3 a 1 y empató, reservando varios de sus titulares, ante Portugal 0 a 0. Por eso cuando el fixture sentenció que el rival sería Chile en octavos, todos creyeron que el batacazo trasandino era posible. Pero nada de eso sucedió, ni estuvo cerca de suceder. Brasil está más vivo que nunca.
Luego de un período de estudio entre ambos equipos, la verdeamarelha comenzó a encontrar los espacios que dejaban los chilenos en defensa y pegó en el momento justo. Primero con un potente cabezazo de Juan y luego con una gran combinación colectiva que terminó con Luis Fabiano eludiendo al arquero para marcar el 2 a 0, Brasil sentenció el partido antes del descanso. Como para descansar tranquilo.
El segundo tiempo fue más de lo mismo. Si bien Chile intentó un poco más sabiendo que se estaba yendo a casa, la falta de fútbol de Humberto Suazo se notó, y mucho. En lo que fue quizás el mejor momento de su rival, Brasil decidió cerrar la cortina. Un contraataque letal que coronó Robinho con una gran definición le puso el moño a una goleada más que merecida.
Chile y el Loco Bielsa se despidieron del Mundial, aunque ya se habla de una renovación con el argentino por cinco años más. Los de Dunga, por su parte, tendrán que verse las caras con Holanda en cuartos. Será un rival duro, aunque parece que los brasileños se despertaron de la siesta y están más enchufados que nunca. Con todo lo que eso significa.

martes, 29 de junio de 2010

Naranja madura


Son cuatro los triunfos consecutivos que acumula en este Mundial. Son doce los éxitos si se le suman amistosos y eliminatorias. Arrancó de abajo, a la sombra de los candidatos de siempre, pero de a poco se va metiendo en la boca de todos. Holanda está, señores. Y parece estar mejor que nunca.
Tras las victorias ante Dinamarca, Japón y Camerún de la primera fase, la Naranja tenía que verse las caras ante la cenicienta del Mundial, Eslovaquia, que accedió a la segunda fase por primera vez en su historia tras dejar afuera nada menos que a Italia en la fase de grupos. Es por esto que, más allá de que las apuestas la daban como amplia favorita, Holanda debía confirmar en el verde césped dicho favoritismo. Y lo hizo sin sobresaltos, casi sin transpirar, mostrando su potencial de a ratos pero con la seguridad de los grandes.
Con Arjen Robben ya recuperado (se había perdido la mayor parte de la primera fase), Holanda encaró el partido dispuesto a convertir de entrada para asegurarse el resultado. Consiguió su objetivo a los 17 minutos, cuando Robben frotó la lámpara, arrancó de derecha a izquierda y clavó un zurdazo que se coló bien abajo del arco eslovaco, para darle la ventaja que tanto había buscado.
Con el gol llegó la tranquilidad, porque Holanda nunca sufrió para mantener el resultado y Eslovaquia nunca encontró los caminos para inquietar a una defensa muy firme. Sin embargo, y a pesar de buscarlo durante todo el encuentro, los holandeses encontraron el segundo gol cuando sólo faltaban siete minutos para el final del partido. Esta vez el encargado fue Sneijder, el jugador del Inter campeón de la Champions, que empujó la pelota tras un centro de Kuyt. Para el final sólo quedó el consuelo del descuento para Eslovaquia, que se vio beneficiada por un penal que inventó el mexicano Mallenco y que el goleador Vittek cambió por gol.
Holanda llegó hasta cuartos sin tener que hacer demasiado. Sin embargo, con poco le alcanzó para demostrar que tiene con qué buscar su primer Mundial. Claro que ahora, su rival será Brasil, el equipo al que todos quieren evitar. Será tiempo de demostrar que los doce partidos, la solidez defensiva y la calidad de sus atacantes no fueron casualidad. Será tiempo de demostrar que la Naranja está ahora más madura que nunca.

Fue sin querer queriendo *


Una victoria es una victoria. Más aún en una fase decisiva, en la que un mínimo error te puede dejar afuera. Sin embargo, queda la sensación de que el triunfo ante México no dejó el mismo sabor dulce que habían entregado los triunfos de la primera fase ¿Las razones? Principalmente dos: la primera, el grosero error de la terna arbitral italiana que le permitió a Argentina abrir el marcador de un partido que venía chivo, y la segunda, la merma en el rendimiento del equipo con respecto a los anteriores partidos, como llamado de atención teniendo en cuenta que se viene nada menos que Alemania, un equipo que no te perdona.
La propuesta de Diego Maradona para afrontar el partido de octavos de final fue prácticamente la misma que venía entregando, con algunos cambios de nombres. Buscando solidez defensiva, Nicolás Otamendi ocupó el andarivel derecho junto a Maxi Rodríguez, que sacó del equipo a Juan Sebastián Verón para darle un poco más de explosión y marca al mediocampo. Arriba, los de siempre, el tridente Messi, Tévez e Higuaín más las constantes subidas de Angel Di María.
De entrada quedó claro que México no se parecía en nada a los rivales que tuvo que sortear Argentina en la primera fase. Con un buen circuito en mitad de cancha y la velocidad de Hernández en la delantera, los de Javier Aguirre se le plantaron de igual a igual a los albicelestes y avisaron con un potente remate de Guardado que venció a Romero y terminó por estrellarse en el travesaño.
El equipo argentino no encontraba la pelota pero sí se iba a encontrar con el primero de los regalitos de la noche sudafricana. A los 26, el árbitro Rosseti no vio una clarísima posición adelantada de Tévez en el área chica y convalidó un gol increíble. Con el arquero vencido, Messi remató por arriba de dos defensores mexicanos que esperaban en el área chica y por atrás, más que solo, apareció el de Fuerte Apache, que cabeceó a la red y desató el festejo. Pero claro, al toque, la repetición del gol en la pantalla gigante del estadio hizo caer en la cuenta a los mexicanos y hasta al propio juez de línea italiano del gravísimo error que acababa de cometer, pero ya no había vuelta atrás. Rosseti corrió a la mitad del campo, con más vergüenza que otra cosa y los mexicanos perdieron los estribos. Márquez se olvidó del compañerismo en el Barcelona, sacudió a Messi y se ganó la amarilla.
A los 32 iba a llegar el segundo de los presentes que le tenían preparado al team de Diego. Osorio se contagió de la fiebre Messi y se creyó que él tenía la misma habilidad que Lío. En una salida, quiso ensayar una pisada y terminó por regalarle la pelota a Higuaín, que agradeció el regalo pisando la pelota sobre la salida de Pérez y decretando el 2 a 0, para comenzar a definir las cosas.
A partir de ahí, Argentina se hizo dueño del partido y México parecía quebrado. Sin embargo, los desacoples defensivos seguían apareciendo y Heinze tuvo que salvar dos veces en la línea la valla argentina.
En el comienzo del complemento, Tévez iba a dejar en claro que no sólo vive de regalos. Con un poco de fortuna se llevó la pelota ante la marca de dos mexicanos y sacó un fulminante remate que entró pidiendo permiso al ángulo izquierdo del arco del pobre de Pérez, que se estiró sólo para ser incluido en las instantáneas de la obra de arte de Carlitos. El 3 a 0 era mentiroso, pero el golazo de Tévez bien valió el aireado festejo de todo el equipo, incluido Diego y todo el banco de suplentes.
Llamativamente, con el 3 a 0 a favor, Argentina retrocedió y le cedió el balón al Tri. Para peor, Maradona mandó a la cancha a Verón por Tévez, que se fue refunfuñando contra el entrenador y el equipo se metió más atrás todavía. Messi tenía que bajar mucho para recibir la pelota y hacer un largo recorrido hasta el área rival, por lo que las ocasiones en lo que lograba ya no aparecían.
Sumado a esto, México logró el descuento porque Demichelis se durmió en la marca de Chicharito Hernández y el delantero de las Chivas no perdonó.
Pero hasta ahí llegó México. Lo que quedó de partido sirvió para que Messi tenga su chance de convertir, que Pérez terminó ahogando con una gran volada y para que Maradona comience a pensar en los ajustes que deberá hacer para enfrentar a Alemania, un equipo que seguramente no tenga preparados los mismo regalitos que sí tuvo México.
Con la clasificación a cuartos consumada, será tiempo de replanteo y análisis. Se viene Alemania y el márgen de error es cada vez menor. La prueba de fuego será el sábado, y Argentina tiene con qué afrontarla. Claro que, esta vez, tendrá que hacer más méritos y no depender de errores ajenos para seguir en carrera. Para que no sea sin querer. Para que esta vez sea queriendo.

*Nuevamente, créditos a la editora (tantas notas te hacen quedar seco de imaginación para titular).

Es un afano (x2)


Si bien ya pasaron dos largos días y toda la tela está más que cortada, el triunfo de Alemania sobre Inglaterra en el clásico europeo de octavos de final sigue dando que hablar. Desde este blog se asegura que fue afano no sólo por el increíble gol de Lampard que el línea uruguayo no vio o no quiso ver, sino porque, previa y posteriormente a ese trascendental fallo, los teutones le dieron a sus pares ingleses una lección de fútbol y toque pocas veces vista.
En el 28º enfrentamiento en la historia de estas dos míticas selecciones, Alemania prevaleció con la fórmula que mejor le cabe: solidez defensiva y explosión de mitad de cancha para adelante. Con esta fórmula, el equipo de Low salió decidido a atacar desde el minuto 0. Enfrente, el alicaído Inglaterra de Fabio Capello, que había entrado a octavos pidiendo permiso, tomó la errónea decisión de esperar a Alemania, y cuando se quiso acordar ya estaba dos goles abajo. Un pelotazo larguísimo del arquero Neuere encontró al letal Miroslav Klose, que le ganó en el mano a mano a Upson y sentenció a James para abrir el marcador. Minutos después, a los 32, una fulminante combinación entre los movedizos Özil y Müller terminó en los pies de Lucas Podolski, que con un zurdazo puso el 2 a 0 y terminó de derrumbar las ilusiones inglesas.
Sin embargo, un Inglaterra agonizante atinó a sobrevivir sobre el final del primer tiempo. Primero, un frentazo de Upson tras un centro de Gerrard venció al arquero alemán y puso el 2 a 1. Inglaterra reaccionaba y había olor a partidazo. Sin embargo, un instante después llegaría el principio del fin.
A los 37 minutos, Frank Lampard sacó un potente remate que dio en el travesaño y picó casi medio metro adentro del arco alemán. Era el 2 a 2, el festejo y el desahogo de un equipo que parecía muerto. Los hinchas lo gritaron, Capello y Lampard también. Lo gritaron todos menos Mauricio Espinosa, el línea uruguayo, que hizo ojos ciegos y se mantuvo firme en su posición, como si nada hubiese pasado. El juez Larrionda tampoco hizo acuse de recibo y todo quedó en la nada, ante las aireadas y justificadas protestas inglesas. El error estaba consumado, ya no había vuelta atrás y los de Capello iban a sentir el golpe. Como en 1966, cuando le regalaron un gol que nunca fue a Inglaterra para que consiga su único título del mundo, pero al revés, la historia se repetía.
En el complemento, con el ánimo por el piso y las graves y evidentes falencias técnicas, los jugadores ingleses parecieron sombras de los alemanes. Siempre a destiempo, a otra velocidad, terminaron por resignarse ante la verdadera exhibición de fútbol que tenían enfrente. Thomas Müller terminó por recibirse de crack al anotar dos goles con el manual del contraataque en la mano. En el tercero, la manejó Schweinsteiger y Müller apareció como un rayo por la derecha para ajusticiar a James. El cuarto gol dejó en evidencia la diferencia de velocidad entre un equipo y otro. Un aislado rechazo encontró a Özil y Barry en una frenética corrida por la izquierda en busca del balón ¿El resultado de la carrera? Ganó el del Werder Bremen, por afano. Una vez dominada la pelota, el habilidoso volante se encargó de dejar a Müller con el arco libre para que el compañero de Demichelis en el Bayern le ponga el moño a la histórica goleada. Fue un afano por partida doble.
En un partido con todos los condimentos, Alemania demostró una vez más su increíble potencial y logró el pasaje a cuartos (por 15º Mundial consecutivo). En esa instancia tendrá que verse las caras con Argentina, en un duelo que promete y mucho, teniendo en cuenta que ambos equipos son los que vienen demostrando mejor fútbol. Será un partido para alquilar balcones. Esperemos que esta vez no sea un afano para los alemanes, en ninguno de los dos sentidos.

lunes, 28 de junio de 2010

Si no la empata, la Ghana*


La mejor forma de explicar la victoria de Ghana sobre Estados Unidos es tan simple como verídica: hizo los goles cuando tenía que hacerlos...y punto. Al comienzo del partido, cuando todavía los hinchas se estaban acomodando en la tribuna, y apenas empezado el tiempo suplementario, aprovechándose de la ingenuidad de los defensores estadounidenses. De esta forma, Ghana se metió por primera vez en su historia en los cuartos de un Mundial y mantiene vivo el sueño de un continente que se quedó sin cinco de sus seis representantes en la primera ronda.
En el partido que menos prometía de la llave de octavos (por lo menos en los papeles) el conjunto africano supo pegar primero (Boateng anotó tras una gran corrida) y después se dedicó a cuidar el resultado. El plan le funcionó durante todo el primer tiempo, pero en el complemento, Dempsey fue derribado en el área y el árbitro sancionó el evidente penal. El histórico Donovan cambió la pena máxima por gol y Estados Unidos consiguió la igualdad que había buscado durante todo el partido.
A partir de ahí se armó un nuevo encuentro. Ghana entendió que debía salir del fondo y comenzó a atacar. Estados Unidos se replegó pero aprovechaba los huecos que dejaban los africanos en defensa y avisaron con un par de ocasiones que no llegaron a concretar. Estaba para cualquiera de los dos.
Y así llegó el tiempo extra. Dicen que quien pega primero, pega dos veces. Y vaya si lo sabrá Ghana, que volvió a marcar por intermedio del goleador Gyan en el amanecer de la etapa y sólo tuvo que cuidarse de no cometer errores en el fondo para cumplir la hazaña. Ya sin replegarse, los morochos decidieron cuidar la ventaja con la posesión del balón, técnica que le funcionó a la perfección y que hizo que los dirigidos por Bob Bradley no se acercaran con peligro a su arco en lo que quedaba de partido. El pitazo final del árbitro desató la fiesta de la mayoría del estadio y la decepción de Bill Clinton, que miró el partido desde la platea.
Ghana, que ya hizo historia, deberá ahora verse cara a cara con el embalentonado Uruguay de Oscar Tabárez, que viene con la autoestima por las nubes. Sin embargo, los africanos ya demostraron que no regalan nada y que quieren seguir con la bandera del continente en alto. Ahora son más locales que nunca.

*Crédito del título a mi hermana y editora personal, María Marta Rodríguez Denis.

sábado, 26 de junio de 2010

Tomá mate


Se enfrentaban la garra contra la velocidad, el temperamento contra la explosión. Era un partido donde chocaban dos estilos de juego bien definidos. Por un lado, Uruguay y su rica historia mundialista, que llegaba con la esperanza de alcanzar los cuartos de final después de 40 años. Del otro, Corea del Sur, semifinalista como local en 2002, que arribaba a esta instancia por primera vez fuera de su país.
En este contexto, fueron los uruguayos quienes tomaron la iniciativa del partido, basándose siempre en la potencia de sus dos figuras de ataque, Diego Forlán y Luis Suárez. Fue precisamente una combinación entre estos dos jugadores la que derivó en la temprana apertura del marcador. A los 8, Forlán amagó por izquierda y sacó un centro rasante, que ningún coreano supo rechazar y que encontró a su compañero de ataque por el fondo, para empujar la pelota y estallar en un grito.
Pero curiosamente, el haber marcado tan rápido terminó perjudicando el juego uruguayo, ya que los coreanos salieron obligados a empatar y los de Tabárez comenzaron a replegarse para evitar el tanto. Sin embargo, salvo un tiro libre de Park que dio en el poste derecho de Muslera, Corea no supo encontrar los caminos para inquietar la valla uruguaya y se fue al descanso en desventaja.
Para el complemento, la insistencia coreana no cesó, y finalmente un cabezazo de Lee a los 22 minutos le dio la merecida igualdad a los asiáticos. Nuevamente, la necesidad de un triunfo obligó a Uruguay a salir del fondo y volver a atacar como en los primeros minutos del encuentro. A los 34, Luis Suárez se iba a terminar de poner el traje de héroe al agarrar la pelota en el borde izquierdo del área coreana, enganchar para adentro y sacar un derechazo exquisito al palo izquierdo del arquero, que poco pudo hacer para evitar el segundo gol uruguayo.
Para los diez minutos que quedaban, la lluvia le puso un marco de emoción a un partido que no estaba cerrado. Corea fue con todo y encontró una defensa impenetrable, sobre todo en Lugano y Godín, que sacaron todo lo que les vino. La única duda de la defensa le pudo haber costado y mucho a Uruguay. Un gran pase de Ji Sung Park entre líneas encontró un hueco entre los centrales y dejó mano a mano a Dongook frente a Muslera, pero el remate salió débil y lo terminó despejando, cuándo no, Diego Lugano.
Con angustia, sufrimiento y mucha garra, Uruguay vuelve a disputar una serie de cuartos de final de un Mundial, como en 1970, cuando llegó a las semis. Como aliciente, cabe destacar que está en la llave más accesible, ya que en cuartos los charrúas se verán las caras ante Estados Unidos o Ghana, dos equipos más que ganables. Es por eso que el sueño está más vigente que nunca. Uruguay sigue con la esperanza de repetir las hazañas de 1930 y 1950, cuando se alzó con la Copa y le dijo al mundo entero que la Celeste también existe.

viernes, 25 de junio de 2010

Están los octavos

No están Francia, Italia ni el local Sudáfrica. Eslovaquia es la sorpresa. Inglaterra-Alemania es el plato fuerte. Brasil-Chile y España-Portugal prometen mucho. Aquí están, estos son, los octavos de final del Mundial Sudáfrica 2010:

Sábado 26 de junio
11.00 hs. Puerto Elizabeth: Uruguay - Corea del Sur
15.30 hs. Rustemburgo: Estados Unidos - Ghana

Domingo 27 de junio
11.00 hs. Bloemfontein: Alemania - Inglaterra
15.30 hs. Johannesburgo (Estadio Soccer City): Argentina - México

Lúnes 28 de junio
11.00 hs. Durban: Holanda - Eslovaquia
15.30 hs. Johannesburgo (Estadio Ellis Park): Brasil - Chile

Mártes 29 de junio
11.00 hs. Pretoria: Paraguay - Japón
15.30 hs. Ciudad del Cabo: España - Portugal

Todos los horarios corresponden a la hora argentina.

Todos (casi) contentos


Basta con ver la imagen final del partido para darse cuenta el desenlace. De un lado, los jugadores, cuerpo técnico e hinchas españoles festejando por haber conseguido el objetivo de clasificar primeros. Del otro, Marcelo Bielsa y sus dirigidos, expectantes por el final de Suiza-Honduras y con la sensación de que se hizo todo lo necesario para pasar a octavos, hecho que finalmente consiguieron.
A diferencia de Brasil-Portugal, el duelo entre españoles y chilenos sí cumplió con la inmensa expectativa que había generado. Más allá del buen juego desplegado por ambos equipos en gran parte de la competencia, el aliciente era que estaba en juego no sólo la chance de quedar primeros en el grupo, sino también la posibilidad de volverse a casa en primera ronda.
Desde el comienzo, ambos conjuntos dejaron en claro su intención: atacar. En los primeros minutos, fue Chile el más claro y quien dispuso de las mejores chances para abrir el marcador. El planteo inteligente de Bielsa proponía cortar el circuito de juego español en mitad de cancha para explotar al máximo la velocidad de Beausejour y, sobre todo, de Alexis Sánchez. En ese lapso, el conjunto español fue una sombra y parecía que el tanto chileno estaba al caer.
Sin embargo, la furia fue de menor a mayor, y de a poco comenzó a emparejar las cosas. De la mano de Iniesta y Xavi, España tomó posesión exclusiva del balón y obligó a los chilenos a cargarse de faltas y tarjetas amarillas. Para colmo, a los 23, una larga e innecesaria salida de Bravo sobre la banda izquierda le permitió al flamante jugador del Barcelona, David Villa, abrir el marcador con un zurdazo desde lejos y con el arco libre.
A partir de ese momento, Chile perdió completamente los estribos y España aprovechó a la perfección los nervios de su rival. A los 36, un nuevo error en la salida, esta vez de Jara, le permitió a Iniesta armar una interesante jugada colectiva que el mismo definió para estirar la ventaja. Para peor, en la misma acción, el árbitro interpretó que Estrada agredió sin pelota y desde atrás a Fernando Torres y lo mandó a las duchas, dejando a Chile con un panorama más que negro: dos goles abajo y con un jugador menos.
La cara de Bielsa parecía decirlo todo. Al característico gesto adusto del entrenador argentino se le agregaron todo tipo de muecas e insultos hacia sus dirigidos y hacia el aire en general. Estaba claro que en el descanso iba a haber un tirón de orejas, o varios.
Sólo los jugadores saben qué fue lo que les dijo Bielsa en el entretiempo, pero sea lo que sea surtió el efecto esperado. La actitud chilena en el arranque del complemento fue completamente distinta al final de la primera parte. A pesar del hombre de menos, los trasandinos recuperaron la posesión del balón y, a los dos minutos, Millar colocó el descuento y le dio vida a un equipo que agonizaba. En el otro partido, Suiza no podía con Honduras y la clasificación estaba más cerca que nunca. España, por su parte, sacó el pie del acelerador y decidió cuidar la ventaja. Este factor, sumado al cansancio de los chilenos por el desgaste realizado hicieron que los últimos 20 minutos de partido estuvieran de más.
El pitazo final del árbitro y el empate consumado de los suizos le aseguró a España el primer puesto y la posibilidad de evitar a Brasil en octavos. En esa instancia, los de Del Bosque se verán frente a frente con Portugal, en uno de los partidos más trascendentes. Chile, por su parte, cumplió el objetivo de pasar de ronda y se convirtió en el quinto equipo sudamericano en hacerlo. En octavos tendrá que enfrentarse a Brasil, pentacampeón y eterno candidato al título. Para peor, en ese compromiso Marcelo Bielsa no podrá contar con el expulsado Jara y además tendrá que suplir a Gary Medel y Waldo Ponce, que acumularon dos amarillas.
De esta forma, Bielsa se sacó la espina de 2002, cuando quedó afuera en primera ronda al frente de Argentina y buscará estirar su revancha personal nada menos que ante la verdeamarelha, en el único duelo sudamericano de octavos.

Un bodrinho


Nunca podrá comprobarse y seguramente quede en el olvido, como uno de tantos. Lo cierto es que el empate les servía a los dos, y ambos parecieron firmarlo antes de saltar al campo de juego. Con la igualdad, Brasil se aseguraba el primer puesto y Portugal entraba segundo, sin depender de nadie ¿El resultado? Un aburridísimo y triste 0 a 0, decepcionando a todos aquellos que esperábamos que tanta presencia de buen pie en la cancha brinde un espectáculo, por lo menos, aceptable.
Con la certeza de tener la clasificación en el bolsillo, Dunga decidió cuidar a Robinho y mandó a la cancha a Nilmar para acompañar a Luis Fabiano en ataque. La ausencia del jugador del Santos se sumaba a la ya sabida de Kaká, por la injusta roja en el partido frente a Costa de Marfil. Por su parte, Portugal llegaba con la chance de quedar primero en el grupo y dispuso de todos sus titulares para lo que, a priori, sería un partido de ida y vuelta, frenético.
Lo cierto es que nada de eso pasó y ninguno de los dos equipos se hicieron cargo del protagonismo del partido. Una primera parte en la que abundó la pierna fuerte (hubo siete amarillas) y una segunda en la que ambos equipos jugaron a lo ancho de la cancha, sin verticalidad, le pusieron el moño a un partido para el olvido.
Paralelamente, Costa de Marfil buscaba la hazaña de golear al eliminado Corea del Norte y esperar una ayuda de Brasil, y si bien la goleada se consumó (fue 3 a 0), el apático empate entre brasileños y lusitanos terminó de sepultar las esperanzas de los africanos, que se convirtieron en el quinto equipo sobre seis del continente en quedar afuera (Ghana es el único que accedió a octavos).
De esta forma, Portugal se convirtió en el segundo equipo (el otro es Uruguay) en pasar de ronda sin recibir siquiera un gol. Brasil consiguió su principal objetivo y quedó primero en el grupo, con dos victorias y un empate. Sus rivales se conocerán esta tarde cuando se defina el Grupo H, en el que Chile, España y Suiza pelean por dos lugares.

jueves, 24 de junio de 2010

Siamo fuori


Era previsible. A pesar de contadas excepciones (Grecia en la Euro 2004 o el mismo Italia en 2006), los equipos que no arriesgan, no ganan. Y los italianos son el claro ejemplo de un equipo que no arriesga. Un equipo que se arma de atrás para adelante, basado en el histórico pero algo antiguo catenaccio, con la diferencia de que cada vez hay menos potencial defensivo y ofensivo para llevarlo a cabo. Ya no están los Del Piero, los Totti o los Maldini. Un Cannavaro casi retirado, Pirlo y Gattuso que juegan bárbaro pero que no se identifican ni un poco con el sistema de juego italiano y una llamativa falencia ofensiva son las principales razones por las que Italia se despide en primera ronda. Un equipo desgastado, oxidado.
Marcelo Lippi, aquel que había llevado a Italia a la gloria en el Mundial de Alemania, se hizo cargo de la temprana eliminación y ya dejó su cargo. Cesare Prandelli, ex técnico de la Fiorentina, será el encargado de reemplazarlo y de sacar a flote a una Selección que se cae a pedazos.
En su partido fatídico, aquel que lo terminó de eliminar, Italia se encontró con una sorprendente Eslovaquia, que necesitaba una victoria para cumplir la utopía de pasar a octavos. Con un Vittek más que inspirado, los eslovacos se llevaron por delante al Campeón del Mundo y atacaron como si estuviesen jugando contra un equipo de juveniles. Con dos goles del delantero, uno en el primero y otro en el segundo tiempo, Eslovaquia se pusó 2 a 0 y la cosa parecía liquidada, pero Italia, con el último remo que le quedaba, marcó el descuento a través de Di Natale y fue como pudo, con lo que le quedaba. Sin embargo, el gol de Kopunek, a los 42, terminó de sentenciar el destino de ambos equipos. El descuento de Quagliarella, con tiempo cumplido, sólo servirá para la estadística.
Eslovaquia, que asomaba como uno de lo más débiles del Mundial, terminó segundo y jugará ante Holanda en octavos. Italia se vuelve a casa con la necesidad de una lavada de cara para salir de este duro momento. Seguramente, la recepción en su país será muy distinta a la que tuvieron cuatro años antes, cuando volvieron con la Copa. Traigan policías, que bronca sobra...

Ghana con la camiseta


De la Alemania que le clavó cuatro en el debut a Australia, la que metió miedo, desplegó un juego colectivo exquisito y asomó como gran candidato, poco queda. Con poquito, sufriendo y pidiendo permiso, el equipo de Joachim Low terminó primero en el Grupo D tras vencer a Ghana por 1 a 0 y se verá las caras en octavos frente a Inglaterra, en lo que sin dudas será el partido más atrayente de esa instancia. Por su parte, Ghana aprovechó la derrota de Serbia ante Australia y terminó segundo en el grupo, convirtiéndose en el único equipo africano en pasar de ronda, para enfrentar a Estados Unidos en octavos.
La clasificación de Alemania fue otro de los claros ejemplos de que en los Mundiales, la historia y la camiseta pesan y mucho. El partido frente a Ghana encontró a una Alemania dubitativa y llamativamente insegura en la última línea, lo que le permitió a los africanos tener las ocasiones más propicias para abrir el marcador. Pero claro está que éste no es el Mundial para los equipos de Africa y, a pesar de haber conseguido la clasificación, Ghana no fue la excepción. Su falta de definición ya es preocupante y esto se refleja en sus números: los de Milovan Rajevac clasificaron a octavos convirtiendo sólo dos goles en tres partidos, y ambos de penal.
Los alemanes terminaron triunfando gracias a un aislado remate de quien a esta altura podría llamarse la revelación del Mundial: Mesut Ozil. El volante del Werder Bremen, con 21 años, se puso al hombro un equipo que parecía dormido, y que ya empezaba a pispear lo que pasaba entre Serbia y Australia para no quedarse afuera. Su exquisito zurdazo le dio aire y tranquilidad a los teutones, que terminaron dominando y con la certeza de que el primer puesto era un hecho.
De esta forma, Alemania volvió a mostrar su poderío, a pesar de no haber desplegado ni la mitad de lo que habían hecho en el primer partido. Dato estadístico: Alemania nunca quedó afuera en primera ronda, en las 16 ediciones mundialistas en las que participó. Ahora que se venga Inglaterra, para seguir haciendo historia.

miércoles, 23 de junio de 2010

Como en Hollywood


La definición del Grupo C tuvo todos los condimentos que debe tener un final de película. Y, al mejor estilo Hollywood, la alegría fue toda para Estados Unidos, que estuvo a dos minutos de quedar afuera de octavos pero que alcanzó el gol al final y que a la alegría de haber pasado de ronda, le sumó la importancia de hacerlo como el mejor de su zona.
En el otro partido del grupo, Inglaterra recuperó algo de su juego y le alcanzó para derrotar a la pobre Eslovenia, que se quedó sin nada gracias al resagado gol de Donovan y se vuelve a casa con la bronca de haber estado a escasos segundos de hacer historia.
En Pretoria, Estados Unidos salía a la cancha con la necesidad de un triunfo ante Argelia, un equipo que había mostrado realmente poco en el torneo pero que, curiosamente, todavía mantenía chances de seguir en carrera. Así las cosas, los norteamericanos salieron decididos a comerse crudo a su rival, pero la falta de puntería, de suerte y de definición le imposibilitaron durante 91 minutos la chance de conseguir el ansiado tanto. El héroe de este film iba a ser, cuándo no, Landon Donovan, el eterno jugador que, luego de un rebote que dio el arquero argelino tras un disparo de Dempsey, empujó el balón y desató la algarabía de los del Norte, que hasta ese momento se estaban quedando afuera y que finalmente se alzaron con el primer puesto del grupo, para esperar en octavos al segundo del Grupo D (ojo, puede ser Alemania).
A kilómetros de allí, en Nelson Mandela Bay, Inglaterra ganaba gracias al gol de Defoe y comenzaba a festejar un primer puesto impensado hasta el momento, sobre todo por el pobrísimo rendimiento en las dos presentaciones anteriores (incluido un empate con Argelia).
Apenas finalizado el encuentro, cuando ambos equipos respiraban aliviados (los ingleses por el primer puesto y Eslovenia por el segundo), llegó el baldazo de agua fría para ambos. Un tal Landon Donovan sepultaba las esperanzas eslovenas de hacer historia y clasificarse por primera vez a octavos de un Mundial y la alegría inglesa por quedarse con un primer puesto más que sorpresivo.
Pero claro, como toda buena película de Hollywood, los que ganan son los buenos, o los menos malos. En este caso, los menos malos fueron los dirigidos por Bob Bradley, y los ingleses deberán rezar para que Alemania no le gane a Ghana y así evitar un posible choque contra los teutones en octavos.