jueves, 31 de diciembre de 2009

Bajo tierra (en todo sentido)

Es una batalla dura, durísima. Seguramente una de las más duras que presencié en mi vida. Son multitudes que luchan cuerpo a cuerpo, que dejan su vida por salir airosos de esa atroz cruzada. Lo más llamativo es que esta contienda no entiende de género ni de edades. Hombres, mujeres, ancianos y niños a montones son partícipes, protagonistas, complices y víctimas de las peores salvajadas que puede hacer un ser humano.
La temperatura tampoco ayuda. El calor es extremo y la transpiración entremezclada de la gente sólo ayuda a hacer aún más espectacular el escenario. Es precisamente la temperatura la que exalta todavía más a los protagonistas, que con el único fin de conseguir su objetivo se olvidan de los buenos modales, del respeto y la tolerancia, dando rienda suelta a una vorágine sin control.
Sin esperarlo, casi de sorpresa, hace poco me encontré siendo protagonista de esta batalla. Pronto, comprendí el porqué de tanta crueldad. Es el propio desprecio que te hace sentir el enemigo el que hace sacar lo peor de vos.
Luego de insultos, empujones, golpes, improperios y maldades por demás, pude escaparme de la misma. Al salir por la puerta, la bocanada de aire fresco me hizo sentir que lo había conseguido. Luego de tanto, había podido por fin salir de la brutal disputa. Me sentí pleno, renovado. Había podido salir del subte en la estación deseada.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Llegar...

El hombre basa su existencia en plantearse objetivos. A largo, mediano o corto plazo, cada uno se pasa la vida persiguiendo una o más metas, como si alcanzarlas fuera sinónimo de felicidad plena. Hay quienes llegan a cumplirlas, hay quienes no, hay quienes creen que las cumplen y hay quienes no se dan cuenta que lo lograron.
La vida me encuentra actualmente en uno de esos momentos. Puede decirse que acabo de lograr el objetivo que vengo persiguiendo hace, fácil, 5 años (antes no era ni consciente de lo que quería para mi vida).
Lo cierto es que, a escasas horas de lograrlo, uno siente una mezcla de alivio y felicidad, con una gran dosis de miedo e incertidumbre. ¿Y ahora? ¿Soy plenamente feliz? ¿Me puedo morir tranquilo? La respuesta, obviamente, es no. Porque acabo de darme cuenta que uno llega a cumplir sus objetivos nada más que para tener uno nuevo para perseguir. Más largos, quizás. Más pretensiosos, también. Pero objetivos al fin. Y también uno se da cuenta que lo más importante no es llegar, sino saber mantenerse y poder disfrutar de eso que tanto se luchó para conseguir.
Con el alcance de un objetivo no se termina nada, al contrario, empieza la persecución de uno mucho más largo o complicado. En eso estoy, como todos en mayor o menor medida: buscando algún nuevo objetivo...

viernes, 30 de octubre de 2009

"Papeles preciados", por María Marta Rodríguez Denis


Son tiempos de ocio, reposo y tranquilidad mental (bueno, toda la que se puede). Son días sin tiempo, sin horarios, comer cuando tenés hambre, dormir cuando tenés sueño (bueno, cuando tu hijita de dos años te deja), tiempo de jugar, soñar y aprender a estar a gusto con la propia vida.
Y por qué no son días de revisar los papeles viejos y encontrar en ellos emociones perdidas, apuntes nunca leídos, cuentos nunca terminados,algunos poemas de antes, proyectos inconclusos...
Hoy abrí una puertita (porque no fue un cajón, fue una puertita) donde conviven carpetas de trabajo, facturas de mi ex psicoanalista (la saqué bastante barata) y más de una revista que tal vez ni siquiera sean interesantes, pero están ahí, esperando ver la luz o ser senteciadas al tacho de basura de una vez por todas.
En medio de esos papeles inútiles rescaté uno, valiosísimo: una hoja Rivadavia de carpeta Nº3 (con los agujeros rotos y sin ojalillos, por supuesto) escrita en lápiz negro con una mezcla de letras minúsculas y mayúsculas, y al verla inmediatamente supe de qué se trataba.
Comparto aquí con los lectores su contenido, en especial con el autor del cuento, mi hermano menor, a quien le dedico esta joya para que la publique en su blog o simplemente la guarde para darla a conocer cuando sea un escritor consagrado:

EL GATO VOLADOR
"En el último minuto del partido, agarra la pelota Garfield, pasa a todo el equipo, manda el centro, cabecea Félix y pega en el palo y se escucha el silbatazo final. El partido termina empatado y se definía en dos penales de cada equipo. El primero lo patea Michi y en una estupenda atajada Don Gato ahoga el grito de los no famosos. Es el turno de Tom, patea con todas sus fuerzas y le pega en la cara a Timmy que no puede seguir jugando debido a su hemorragia. El tercer penal le corresponde al Gato Volador que con su derechazo pone el uno a cero para los no famosos. El último penal lo patea Garfield y como Timmy no se recompone el arquero será el Gato Volador.Garfield toma carrera, llega con sus últimas energías y patea a una punta cuando la multitud aclamaba el gol, el Gato Volador usó su don mágico para sacar esa pelota y darle la victoria a los no famosos. El silencio se apoderó de la tribuna. Los ganadores se fueron festejando y al día siguiente los contrataron para hacer una serie de superhéroes que se llamaría: “El Gato Volador y su pandilla”.

lunes, 5 de octubre de 2009

De idas y vueltas

Toda partida supone un regreso. O, al menos, el inconsciente de las personas siempre sabe que el ser humano no resiste la tentación de volver, tarde o temprano. Cuando la partida es anunciada, el regreso generalmente suele prolongarse por más tiempo. Si el adiós es sorpresivo, la ansiedad por la vuelta se incrementa, lo que termina por apurar el retorno.
Para una persona que escribe con frecuencia no existen despedidas anunciadas. Esto quizás tenga que ver con que la escritura es una actividad que depende de la imaginación y de las ganas, factores que, a un buen escritor, no suelen faltarle.
En tiempos de despedidas y de regresos multitudinarios, existen también regresos de perfil bajo, silenciosos, pero no por eso menos esperados. Es más, generalmente, los regresos que convocan multitudes tienen más que ver con el vil metal que con las verdaderas ganas de volver. Bandas de rock, jugadores de fútbol y famosos actores no parecen cansarse de ir y venir, privilegiando lo monetario y olvidándose del verídico interés por parte de sus seguidores, o mejor dicho, aprovechándose del mismo.
Pero los escritores no parecen saber de grandes regresos, ni de fastuosas presentaciones. Simplemente es volver a sentarse, escribir, pensar, borrar y volver a escribir. Tan simple como eso.
Y ahí estoy yo, de vuelta sentado, de vuelta pensando y de vuelta borrando. De nuevo escribiendo. Con las preocupaciones, incertidumbres y problemáticas habituales. Pero siempre volviendo...

martes, 8 de septiembre de 2009

Una pasión extrema


"Ni la muerte nos va a separar, desde el cielo te voy a alentar", reza uno de los cantos más populares de las hinchadas argentinas. Esas mismas que, con sus pegadizas melodías, pueden llegar a contagiar a todo un estadio e irritar hasta al más frío de los jugadores.
El hincha argentino puede ser el mejor aliado de los protagonistas cuando su equipo responde en la cancha, pero también puede ser más rival que el rival mismo cuando los resultados no llegan desde el campo de juego. Es entonces cuando el hincha saca a relucir su costado más oscuro y deja a la luz su irracionalidad, porque hay una realidad: el fútbol es el fútbol, un día podés estar en lo más alto y al otro estar peleando por no descender, pero lindo es saber que siempre hay REVANCHA.
Pero la pasión que tiene el hincha argentino no entiende de racionalidad, ni de la famosa frase "Necesitamos tiempo para que el equipo se conozca", tan usada por los directores técnicos. Estos mismos son los que más sufren el extremismo de los hinchas, que pueden llegar a amenazarlos de muerte por poner a un defensor en lugar de un delantero cuando su equipo va empatando.
La realidad es que el fútbol argentino es inigualable, siendo precisamente los hinchas los que hace que así sea. Por eso mismo es que ver un Ríver - Boca cotiza al mismo precio que presenciar un espectáculo de Plácido Domingo o un concierto de los Rolling Stones para los futboleros de otros países. Pero el balonpié de nuestras tierras es también inigualable por su violencia, porque muchas veces los cantos no quedan simplemente en pegadizos estribillos y se transforman en crudas realidades, convirtiendo a simples fanáticos en asesinos y a nuestro fútbol en uno de los más violentos del planeta.

viernes, 14 de agosto de 2009

Un poco de periodismo...


EL EAM 78 Y UNA INVERSIÓN MILLONARIA


El Ente Autárquico Mundial (EAM 78) fue creado en julio de 1976 con el único propósito de organizar el Campeonato Mundial de Fútbol que se disputaría dos años más tarde en nuestro país.
Bajo la presidencia de General Omar Actis y con el objetivo de programar la agenda y manejar las finanzas y operaciones comerciales del Campeonato, el EAM comenzó a planificar un mundial austero y con pocas inversiones, tal como su presidente lo deseaba. Mientras tanto, el vicepresidente de la entidad, el Capitán Carlos Alberto Lacoste, tenía en mente un torneo completamente distinto: millonarias inversiones y construcción de grandes estadios en el marco de un proyecto fastuoso.
Fueron estas controversias las que llevaron a Actis a expulsar a Lacoste de la entidad. Sin embargo, dos días antes de anunciar formalmente el proyecto, Omar Actis fue asesinado, aparentemente por un comando subversivo de la organización Montoneros, aunque siempre se acusó a Lacoste de ser el autor intelectual del hecho.
Tras la muerte de Actis, el hombre designado para reemplazarlo en su cargo fue el General Antonio Merlo, un hombre propicio a dejarse influir y a quien Lacoste manejaba a su antojo. Es por esto que, desde su asunción, los costos de la organización treparon increíblemente hasta alcanzar cifras impensadas y cuyos balances jamás salieron a la luz.
La remodelación de los estadios de Ríver Plate, Vélez Sarsfield y Rosario Central, la construcción de los estadios de Córdoba, Mendoza y Mar del Plata, sumadas a la puesta a punto de los aeropuertos y de los sistemas de telecomunicaciones, fueron las principales obras del EAM, bajo el mando aparente de Merlo pero con la secreta conducción de Lacoste.
Luego de polémico título obtenido por Argentina, Lacoste comenzó a alejarse del fútbol local con el objetivo de obtener un cargo en la FIFA, dada su muy buena relación con el por entonces presidente de la entidad, el brasileño Joao Havelange.
Logró su cometido el 7 de julio de 1980, cuando fue nombrado Vicepresidente de la FIFA, cargo que ocupó hasta 1986, cuando fue destituído por no asistir a la ceremonia inaugural del Mundial de México.
Lo cierto es que Lacoste, a través del EAM 78, utilizó al mundial como vidriera para conseguir su objetivo de llegar a ocupar un cargo en la FIFA, sin importarle que ese objetivo le hizo perder a Argentina más de 500 millones de dólares.

viernes, 7 de agosto de 2009

Murphy, un tipo complicado

No había terminado de encender el cigarrillo, cuando el colectivó asomó por la esquina. Tras 25 minutos de larga espera no quedó otra que ponerme feliz, a pesar de que tuve que tirar el pucho sin siquiera darle una mísera pitada.
Fue en ese viaje cuando me plantée el porqué de esas cosas. ¿Por qué cuando me prendo un cigarrillo tiene que venir el colectivo? Si había esperado largos minutos sin prenderme ninguno por miedo a tener que tirarlo para subirme.
Repasando hechos recientes, me puse a pensar que suelen pasarme ese tipo de cosas. Sin ir más lejos, la semana pasada estuve más de dos horas buscando en mi cuarto un par de medias negras para jugar al fútbol. Jamás las encontré. Ayer, cuando me levanté, por abajo de la cama divisé un cacho de tela negra y dije: "no puede ser". Ahí estaban las muy desgraciadas, tiradas, sin que nadie les dé importancia. En ese momento no me servían para nada y maldije en todos los idiomas posibles por mi mala suerte. Las había encontrado cuando no las estaba buscando.
Tan profundos fueron mis pensamientos en ese viaje que plantée el tema en la comida de la noche. Mi tía Pocha, quien posee una capacidad de exageración admirable, me miró como sobrándome y me dijo: "Y claro, chiquito, eso se llama Ley de Murphy".
"¿Ley de Murphy? ¿De qué carajo me habla esta vieja? ¿Me va a decir que el hecho de que venga el colectivo cuando quiero disfrutar de un cigarrillo depende de una ley?...qué charlatana", pensé.
Cuando llegué a mi habitación caí en la cuenta de que ya era tarde y me tiré en la cama. Fue ahí cuando me acordé que tenía oral de Biología al otro día. "Ya fue, estudié para las anteriores cinco clases y nunca me tocó a mí", concluí antes de caer en un profundo sueño.
Al otro día, en el laboratorio de Biología, me encontraba sólo frente a la profesora, que me preguntaba sobre el citoplasma y el aparato de Golgi, dos términos completamente desconocidos para mí. Pero lejos estaba yo de pensar en eso. De mi cabeza no podía sacar la imagen de mi tía Pocha y su soberbia. Pero más aún estaba presente en mí la figura de una persona. "!Que tipo hijo de puta este Murphy eh!", reflexioné.

martes, 28 de julio de 2009

Lo loco de caminar

Uno de mis mayores defectos es, quizás, el mal humor. Si bien hay días en los que puedo ser comunicativo y expresivo por demás, existen otros en los que entablar una conversación conmigo puede llegar a ser una tarea digna de un superhéroe.
Sin dudas, éste no era uno de esos días. Porque mientras caminaba por la orilla del mar con las olas haciéndome cosquillas en los pies, entablé una gran charla con la persona que estaba al lado mío. Yo parecía otro, suelto, sin ganas de ponerle fín a esa conversación. Conversación, bah...monólogo quedaría mejor, porque él único que hablaba era yo. Mi acompañante era puro silencio, puro respeto, pura atención.
Lo más sorprendente era la emoción que yo sentía al deslizar las palabras y la profundidad que le imprimía a cada oración. Es que la magnitud de mi confesión era inmensa, nunca le había dicho nada parecido a una persona. Ni siquiera se me había cruzado por la cabeza hacerlo jamás.
Fueron casi dos horas...tres...no tengo idea. Caí en la cuenta del tiempo cuando la playa se transformó en rocas y el mar ya no me hacía cosquillas, sino que me golpeaba violentamente la planta de los pies. Era tiempo de dar la vuelta y regresar por donde habíamos venido. Mi acompañante y yo.
Curiosamente, cuando dí la vuelta para volver, una calurosa ráfaga de viento me despeinó por completo. Fue ahí que me dí cuenta que hacía dos horas...tres...no tengo idea, que estaba hablando solo.

martes, 21 de julio de 2009

Aquella frase

Mientras hacía fuerza para sacarse un resto de huevo del pelo, Andrés Falcone comenzó a pensar que este no era el final que toda su vida había esperado. Desde chiquito había soñado con el momento que ahora estaba protagonizando, y sin embargo, un sabor amargo lo inundaba por completo.
A los 9 años, Andrés había decidido que quería ser arquitecto. En ese momento, sus padres tomaron la iniciativa del pequeño como un juego, como si fuese algo más. Sin embargo, a medida que pasaban los años, el juego comenzó a ser más que eso. A los 14, Andrés ya dibujaba mejor que todos sus hermanos mayores y manejaba términos poco usuales para cualquier chico de su edad. Sus amigos no podían entender como pudiese preferir quedarse dibujando toda una tarde en lugar de salir a hacer ring – raje por el barrio. Es que en realidad nadie lo entendía.
Hoy, a los 26 años y con la última materia aprobada, su sueño se había cumplido. Andrés era oficialmente arquitecto. La meta que se había fijado 15 años atras había sido alcanzada. Pero había algo, un nosequé, que no lo dejaba disfrutar.
Fueron en total 7 años, mil entregas y un millón de horas de estudio, de sacrificio, de dejar todo por la carrera. Y sus primeros años de estudio fueron realmente brillantes. -“Definitivamente nació para esto”, se la escuchaba decir orgullosa a Nelly, su madre, a la hora de referirse a su nene.
Fue precisamente Nelly la primera en saludarlo y abrazarlo cuando salió del pabellón 2 de Ciudad Universitaria. Después, llegarían los demás amigos y familiares, y con ellos todo tipo de productos que terminaron bañando el cuerpo del recién recibido.
Sin embargo, cualquier ajeno que viese ese momento notaría más alegría en el resto de la gente que en el propio Andrés. Porque él no quería que fuese así, que el sueño que persiguió toda su vida tenga un final tan mediocre.
Cuando entró a rendir su último final, tenía tantos nervios que no podía concentrarse en su hoja. Estaba a sólo un examen de conseguirlo, y sin embargo nunca se sintió tan lejos de lograrlo. Contestó el múltiple choice con lo poco que se acordaba (había preparado ese examen durante un mes y sin embargo su mente parecía bloqueada) y finalmente lo entregó.
La espera posterior fue quizás la más larga de su vida. Fueron dos horas que le parecieron quince, y cuando la decana gritó su apellido se paró con tantas ganas que casi se rompe la cabeza con un armario que estaba encima de él.
-“Bueno, bueno, Falcone, digamos que aprobó ahí nomás, con un poquito de suerte”, deslizó la colegiada mientras le entregaba a Andrés la hoja que sentenciaba que finalmente era un arquitecto. Eso fue lo que marcó su inconformismo, esa frase, la que quedará grabada en su cabeza para siempre.
“¡Vieja hija de puta! ¡Narigona de mierda! ¿Aprobó de suerte me viene a decir? Le dediqué toda mi vida a esto y me viene a decir que es por la suerte”, pensaba Andrés mientras un litro de líquido de frenos que le había tirado su amigo Walter le caía de la cabeza…
Una simple frase le había quitado a Andrés la felicidad por haberlo conseguido y, a pesar de que el objetivo ya estaba consumado, nunca se había sentido tan vacío en su vida. Sentía que iba a sentirse así por mucho tiempo.
Mientras salía de Ciudad Universitaria rumbo a un Restaurant de Puerto Madero donde continuarían los festejos, Andrés miró hacia la ventana del aula en la que había estado rindiendo tres horas antes y pensaba en la decana que le había entregado el examen. Poco le importaba el esfuerzo que había hecho, poco le importaba la alegría de sus familiares y menos todavía le importaba Puerto Madero y los festejos. Lo único que sabía era que jamás iba a poder sacar de su cabeza esa imagen. La imagen de la mujer que le había arruinado el resto de su vida.

domingo, 19 de julio de 2009

SUEÑOS (gustitos que uno se da...)

El trigésimo sexto intento no corrió mejor suerte que los anteriores. Ramiro ya no sabía qué más hacer para conseguirlo. Pese a eso, continuaba intentando una y otra vez, en busca de alcanzar eso que siempre quiso, eso que venía persiguiendo desde que tenía uso de razón, ese tan ansiado objetivo .
Sus padres, resignados, no encontraban la forma de hacerle entender a su primogénito que esa meta que tanto deseaba era algo imposible de conseguir para cualquier ser humano común y corriente.
Lo cierto es que Ramiro ya no vivía su vida normal. Las rutinarias tardes en lo de Walter jugando al dominó, los aburridos domingos en lo de su abuela, las mateadas de los sábados con sus primos, las interminables noches de truco con su padre...todo había quedado en el olvido para él. Su existencia se basaba, pura y exclusivamente, en lograr su cometido.
Fue un jueves por la noche, cuando Ramiro, plagado de moretones y cicatrices producto de sus fallidos intentos, decidió descansar un rato. Después de todo, un par de horas de sueño no le vendrían mal para recobrar fuerzas y poder así continuar con su osadía a la mañana siguiente.
Sintió que no había terminado de cerrar los ojos, cuando se sumergió en un paisaje muy extraño, pero no por eso desagradable. Sentía que podía rozar las nubes, posarse juntos a los benteveos en las copas de los árboles, esquivar algún desprevenido helicóptero y mirar a la gente común desde una vista distinta, como si estuviese....como si por fín lo hubiese logrado...esa meta tan esperada...
Sus ojos se abrieron, apenas tres minutos habían pasado desde que los había cerrado. Su cara irradiaba felicidad. Lo había logrado, poco le importaba que haya sido un sueño, él finalmente lo había conseguido. Ramiro había volado...

viernes, 10 de julio de 2009

Entre la admiración y el odio


Con tal sólo quince años, José Luis Félix Chilavert González debutó en la Primera División del fútbol paraguayo, defendiendo los colores del Sportivo Luqueño, club del cual era hincha desde que nació.

Dueño de un físico privilegiado, ese "chiquilín" acaparó las miradas de propios y ajenos, sobresaliendo en cada presentación de su equipo.

Hoy, 29 años después de aquel debut, su realidad es completamente distinta: está excedido de peso, retirado del fútbol y dedicado a los negocios agrícolas. Sin embargo, sigue manteniendo la misma personalidad que lo llevó a ganar todo lo que se propuso en el fútbol: torneos argentinos, Copa Interamericana, Supercopa, Recopa, Libertadores e Intercontinental, jugando para el equipo que más lo representa, Vélez Sarsfield.

Fue en Vélez donde alcanzó la gloria que lo llevó a jugar en la selección de su país, con la cual disputó los Mundiales de 1998 y 2002. A la par de estos logros deportivos, el paraguayo cosechó varios "enemigos" en el ambiente, tanto por su avasallante forma de manejarse dentro de la cancha, como por sus filosas declaraciones fuera de la misma.

Como prueba de ello, en su debut en el fútbol argentino y jugando para San Lorenzo, Chilavert irritó al propio Claudio Marangoni diciéndole "algo" que el ex-jugador de Independiente nunca quiso revelar. Ese fue el primer enfrentamiento del arquero, quien eligió el camino de la confrontación para hacerse valer en la Argentina. "Yo siento que hay gente que no puede soportar que me vaya bien", fue una de sus frases de cabecera para justificar sus reiteradas peleas.

Oscar Ruggeri, Marcelo Gallardo y hasta Diego Maradona fueron algunos de sus "enemigos de turno", pero Chilavert siempre justificó sus declaraciones dentro de la cancha, ganando todo lo que jugaba y también convirtiéndose, con 62 goles, en el arquero con más tantos convertidos en la historia del fútbol, aunque después ese récord sería superado por el brasileño Rogerio Ceni.

En sus mejores tiempos, al paraguayo se lo escuchaba decir: "Soy el mejor del planeta, sin dudas, y no sólo lo digo lo digo yo sino que lo dice el mundo entero".

En 1996 fue considerado "Mejor Jugador de América" por el diario El País de Montevideo y, ese mismo año, la International Federation of Football and Statics (IHHFS) lo declaró como "El Mejor Arquero del Mundo".

Aparte de los clubes mencionados, Chilavert jugó en Guaraní, Zaragoza y Racing de Estrasburgo, aunque eligió volver a Argentina para retirarse en Vélez en 2004.

La conquista de la Copa Libertadores en 1994, donde fue decisivo en la última serie de penales en el Estadio Morumbí, la tarde que le convirtió dos goles (uno de tiro libre y uno de penal) a Navarro Montoya y el recordado gol al "Mono" Burgos desde más de 60 metros, son los momentos más recordados del paraguayo en Argentina, aunque esos momentos quedaron en el pasado para él. "Tuve una exitosa carrera como futbolista pero ahora me dedico a otra cosa, soy un empresario del campo", se lo escuchó declarar el año pasado en la televisión argentina.

Lo que pocos saben es que, detrás de la soberbia y de esa cara de pocos amigos, se esconde un lado humilde y bondadoso: "No aguanto más ver que los grandes monopolios se queden con las riquezas naturales y que la gente sea pobre y no tenga para comer", admite el paraguayo, quien desde hace muchos años brinda ayuda económica a fundaciones de chicos carenciados de su país.

Amado por unos, odiado por otros, el paraguayo es sin dudas uno de los mejores arqueros de la historia del fútbol mundial y quedará grabado para siempre en la memoria de todos aquellos que alguna vez lo vieron en acción.

viernes, 26 de junio de 2009

Puerta 12: la peor de las tragedias

Aquel 23 de junio de 1968 debió ser una fiesta. Las casi 90 mil personas que colmaron el Estadio Monumental así lo sentían. Pero todo pasó a ser anecdótico. El 0 a 0 que brindaron esa tarde Ríver y Boca, el gol que se perdió Norberto Madurga sobre la hora, el imponente marco de público, todo quedó en un segundo plano. Terminado el partido, 71 hinchas de Boca perdieron la vida al quedar encerrados en un mar de personas que intentaban salir por una sola puerta: la puerta 12.
Hoy, a 41 años de la mayor tragedia que haya padecido el fútbol argentino, pocas son las certezas y muchas las dudas sobre lo que sucedió verdaderamente aquella tarde.
Llaman la atención las contradicciones que existen entre los propios sobrevivientes de la catástrofe; hay quienes dicen que los portones metálicos de la salida estaban cerrados o semi cerrados, aunque también existen aquellos que afirman que los molinetes no habían sido retirados y que eso fue lo que entorpeció la salida de la parcialidad boquense.
Lo cierto es que, hasta el día de hoy, la Justicia argentina no ha encontrado culpable alguno y la causa fue cerrada un año después del hecho. Los únicos imputados que tuvo el hecho fueron el Intendente y el capataz de Ríver, aunque fueron sobreseídos por la Cámara de Apelaciones apenas cinco meses después de la tragedia. También se levantó el embargo de 200 millones de dólares que pesaba sobre el club de Nuñez y todo quedó en la nada.
Actualmente, aquella puerta 12 se llama puerta L, y sigue teniendo la precaria iluminación que tenía esa tarde. Esa tarde donde la fiesta deportiva tuvo un terrible epílogo. Esa tarde donde la sangre y la muerte le ganaron al fútbol.

martes, 23 de junio de 2009

Entre polleras y canilleras


Es difícil entenderlas. Cuesta comprender sus actitudes y preferencias. El hecho de formar parte de un mundo en el que los hombres son la gran mayoría hace que muchas veces sean tildadas de "bichos raros", pero a ellas poco les importa y siguen dando rienda suelta a una pasión poco frecuente entre las mujeres: jugar al fútbol.
Desde el momento en que una chica decide dejar las muñecas y el maquillaje para dedicarse únicamente a la pelota suele producirse un cambio también en su forma de ser y de relacionarse. Abundan las amistades masculinas y escasean las femeninas. Además, los propios padres ven frustrados sus deseos de tener la típica "princesita del cuento" como hija y censuran la posibilidad de que la chica prefiera ver Fútbol de Primera antes que una película romántica un domingo a la noche.
"(...) no como vos pedazo de bestia, machona de porquería, tendrías que haber sido varón vos, siempre lo dije", reza el final del cuento "Piel de Judas", de Juan José Panno, que relata las palabras de una madre que castiga a su hija con hirientes palabras, sólo porque juega al fútbol.
La realidad es que el fútbol femenino está cada vez más instalado en la población y los Campeonatos Mundiales siguen aumentando su número de participantes. Los "bichos raros", lentamente, están dejando de serlo. Quizás éste sea el primer paso para que la gente aprenda a tolerarlas, porque, aunque cueste entenderlo, "las chicas sólo quieren divertirse".

martes, 16 de junio de 2009

El desafío de la primera hoja en blanco


Allá por marzo de 2007, cuando comenzé la carrera de periodismo deportivo, eran más las dudas que las certezas. Más fuerte el miedo que la seguridad. El temor a no haber nacido para lo que estaba a punto de comenzar se hacía presente a cada rato y la incertidumbre acerca de lo que venía era sencillamente incontrolable.
Fue así como arribé a mi primera conferencia, un caluroso lunes por la mañana. Roberto Perfumo era el invitado, nada menos.
Terminada la misma, la consigna era simple: escribir una nota con todo lo que había pasado en la charla. Y así fue como me enfrenté a mi primera hoja en blanco, con todo lo que eso significa.
Llamativamente, me costó mucho menos de lo previsto escribirla, y hasta sentí que me quedé corto. Las palabras no paraban de brotar y el miedo previo se tranformó en un confortable alivio. Como quien de verdad está satisfecho. Mi primera hoja en blanco había sido escrita.

Esto es lo que salió, y aunque ahora le cambiaría demasiadas cosas, nunca va a dejar de ser mi primer nota periodística.

COMO TODOS LOS AÑOS, PERFUMO ABRIÓ LAS CLASES EN DEPORTEA

Roberto Perfumo, ex jugador de Ríver, Rácing, Cruzeiro de Brasil y la Selección Argentina, se hizo presente ayer en el Paseo La Plaza para dar comienzo a las clases de IPIDEP (Introducción al periodismo y a la información deportiva) que año tras año brinda DEPORTEA, escuela de periodismo deportivo.
El "Mariscal" (apodo que le puso el "Gordo" Muñoz en el Mundial de 1966) opinó sobre varios temas de actualidad. Consultado sobre el desempeño de su amigo, Alfio Basile, al frente de la Selección, dijo: "Es el tipo que más sabe de fútbol, es fantástico, le va a ir muy bien, a pesar de que está al frente de una tarea dificilísima."
En la charla, que duró poco más de una hora y media, también hubo tiempo para que Roberto se deshaga en elogios hacia Juan José Pizzuti, su técnico en Racing, "un revolucionaro del fútbol", según sus propias palabras y a quien le debe en gran parte su éxito como futbolista.
Promediando el encuentro, el "Mariscal" habló de cuentas pendientes en su carrera y sin duda no haber ganado un mundial fue la mayor de ellas, "ya que teníamos equipo para hacerlo."
"Muchachos, me tengo que ir, disculpen", deslizó Perfumo mientras se retiraba envuelto en una cortina de aplausos.
Y así fue que, una vez más, este emblema inauguró las clases de esta materia, "una suerte de cábala", según el director de la Escuela, Guillermo Blanco.

domingo, 14 de junio de 2009

Esto que soy

Nunca me creí más de lo que soy. Un hijo tranquilo, un hermano alegre, un buen amigo... podrían ser los adjetivos que mejor describen mi forma de ser. Aunque lo más honesto sería preguntarle a la gente que me conoce cómo me describiría, para no pecar de agrandado.
Pero el objetivo de este blog no es hablar de mí, ni mucho menos. Simplemente quiero plasmar y dar a conocer una de las cosas que más disfruto hacer en la vida: escribir. Algunos podrán preguntarse: ¿Y a mí que carajo me importa lo que escribe este flaco? Tienen razón, probablemente yo también lo pensaría. Pero es un riesgo que quiero correr.
Una de las estrofas (quizá la más conocida) del histórico himno a Domingo Faustino Sarmiento decía:

"Por ver grande a la Patria tu luchaste,
con la espada, con la pluma y la palabra."

Lejos estoy de pretender salvar la Patria y más lejos aún de intentar parecerme a Sarmiento, porque la espada no la sé usar y la palabra no es mi fuerte. No me queda otra opción que agarrar la pluma, y seguir haciendo lo que más disfruto.