lunes, 5 de octubre de 2009

De idas y vueltas

Toda partida supone un regreso. O, al menos, el inconsciente de las personas siempre sabe que el ser humano no resiste la tentación de volver, tarde o temprano. Cuando la partida es anunciada, el regreso generalmente suele prolongarse por más tiempo. Si el adiós es sorpresivo, la ansiedad por la vuelta se incrementa, lo que termina por apurar el retorno.
Para una persona que escribe con frecuencia no existen despedidas anunciadas. Esto quizás tenga que ver con que la escritura es una actividad que depende de la imaginación y de las ganas, factores que, a un buen escritor, no suelen faltarle.
En tiempos de despedidas y de regresos multitudinarios, existen también regresos de perfil bajo, silenciosos, pero no por eso menos esperados. Es más, generalmente, los regresos que convocan multitudes tienen más que ver con el vil metal que con las verdaderas ganas de volver. Bandas de rock, jugadores de fútbol y famosos actores no parecen cansarse de ir y venir, privilegiando lo monetario y olvidándose del verídico interés por parte de sus seguidores, o mejor dicho, aprovechándose del mismo.
Pero los escritores no parecen saber de grandes regresos, ni de fastuosas presentaciones. Simplemente es volver a sentarse, escribir, pensar, borrar y volver a escribir. Tan simple como eso.
Y ahí estoy yo, de vuelta sentado, de vuelta pensando y de vuelta borrando. De nuevo escribiendo. Con las preocupaciones, incertidumbres y problemáticas habituales. Pero siempre volviendo...

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