domingo, 19 de julio de 2009

SUEÑOS (gustitos que uno se da...)

El trigésimo sexto intento no corrió mejor suerte que los anteriores. Ramiro ya no sabía qué más hacer para conseguirlo. Pese a eso, continuaba intentando una y otra vez, en busca de alcanzar eso que siempre quiso, eso que venía persiguiendo desde que tenía uso de razón, ese tan ansiado objetivo .
Sus padres, resignados, no encontraban la forma de hacerle entender a su primogénito que esa meta que tanto deseaba era algo imposible de conseguir para cualquier ser humano común y corriente.
Lo cierto es que Ramiro ya no vivía su vida normal. Las rutinarias tardes en lo de Walter jugando al dominó, los aburridos domingos en lo de su abuela, las mateadas de los sábados con sus primos, las interminables noches de truco con su padre...todo había quedado en el olvido para él. Su existencia se basaba, pura y exclusivamente, en lograr su cometido.
Fue un jueves por la noche, cuando Ramiro, plagado de moretones y cicatrices producto de sus fallidos intentos, decidió descansar un rato. Después de todo, un par de horas de sueño no le vendrían mal para recobrar fuerzas y poder así continuar con su osadía a la mañana siguiente.
Sintió que no había terminado de cerrar los ojos, cuando se sumergió en un paisaje muy extraño, pero no por eso desagradable. Sentía que podía rozar las nubes, posarse juntos a los benteveos en las copas de los árboles, esquivar algún desprevenido helicóptero y mirar a la gente común desde una vista distinta, como si estuviese....como si por fín lo hubiese logrado...esa meta tan esperada...
Sus ojos se abrieron, apenas tres minutos habían pasado desde que los había cerrado. Su cara irradiaba felicidad. Lo había logrado, poco le importaba que haya sido un sueño, él finalmente lo había conseguido. Ramiro había volado...

3 comentarios:

  1. Si no me equivoco, esa es una de las primeras cosas que escribiste. Te felicito, muy bueno el blog.

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  2. Si te das cuenta quien soy avisame, ja ja.

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  3. No te equivocás, debe haber sido la primera. Y no, no me doy cuenta. La intriga mata al hombre, dicen.

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