martes, 28 de julio de 2009

Lo loco de caminar

Uno de mis mayores defectos es, quizás, el mal humor. Si bien hay días en los que puedo ser comunicativo y expresivo por demás, existen otros en los que entablar una conversación conmigo puede llegar a ser una tarea digna de un superhéroe.
Sin dudas, éste no era uno de esos días. Porque mientras caminaba por la orilla del mar con las olas haciéndome cosquillas en los pies, entablé una gran charla con la persona que estaba al lado mío. Yo parecía otro, suelto, sin ganas de ponerle fín a esa conversación. Conversación, bah...monólogo quedaría mejor, porque él único que hablaba era yo. Mi acompañante era puro silencio, puro respeto, pura atención.
Lo más sorprendente era la emoción que yo sentía al deslizar las palabras y la profundidad que le imprimía a cada oración. Es que la magnitud de mi confesión era inmensa, nunca le había dicho nada parecido a una persona. Ni siquiera se me había cruzado por la cabeza hacerlo jamás.
Fueron casi dos horas...tres...no tengo idea. Caí en la cuenta del tiempo cuando la playa se transformó en rocas y el mar ya no me hacía cosquillas, sino que me golpeaba violentamente la planta de los pies. Era tiempo de dar la vuelta y regresar por donde habíamos venido. Mi acompañante y yo.
Curiosamente, cuando dí la vuelta para volver, una calurosa ráfaga de viento me despeinó por completo. Fue ahí que me dí cuenta que hacía dos horas...tres...no tengo idea, que estaba hablando solo.

3 comentarios:

  1. Muy bueno. Breve y contundente
    Aunque no sé si es la hermandad que nos une, pero el final estaba cantado, je.
    A seguir...

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  2. Suena bien, nene, suena bien... Quiero leer más.

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  3. Mariana Rodriguez Denis9 de agosto de 2009, 18:36

    Me gusto mucho. Mientras leia me imagine el mismo final...y me encontre en las playas de Mar del Plata... desde el balneario Solar del Bosque hasta las Rocas del Faro...a Tin le gustaba mucho ese recorrido, sera que el tambien hablaba solo?

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