martes, 23 de junio de 2009

Entre polleras y canilleras


Es difícil entenderlas. Cuesta comprender sus actitudes y preferencias. El hecho de formar parte de un mundo en el que los hombres son la gran mayoría hace que muchas veces sean tildadas de "bichos raros", pero a ellas poco les importa y siguen dando rienda suelta a una pasión poco frecuente entre las mujeres: jugar al fútbol.
Desde el momento en que una chica decide dejar las muñecas y el maquillaje para dedicarse únicamente a la pelota suele producirse un cambio también en su forma de ser y de relacionarse. Abundan las amistades masculinas y escasean las femeninas. Además, los propios padres ven frustrados sus deseos de tener la típica "princesita del cuento" como hija y censuran la posibilidad de que la chica prefiera ver Fútbol de Primera antes que una película romántica un domingo a la noche.
"(...) no como vos pedazo de bestia, machona de porquería, tendrías que haber sido varón vos, siempre lo dije", reza el final del cuento "Piel de Judas", de Juan José Panno, que relata las palabras de una madre que castiga a su hija con hirientes palabras, sólo porque juega al fútbol.
La realidad es que el fútbol femenino está cada vez más instalado en la población y los Campeonatos Mundiales siguen aumentando su número de participantes. Los "bichos raros", lentamente, están dejando de serlo. Quizás éste sea el primer paso para que la gente aprenda a tolerarlas, porque, aunque cueste entenderlo, "las chicas sólo quieren divertirse".

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