jueves, 8 de julio de 2010

Para la historia


Son pocas las veces en las que los equipos derrotados pueden entrar en la historia grande de un Campeonato del Mundo, pero ésta fue una de las excepciones. Uruguay, ese equipo humilde que entró a la Copa por la ventana, pidiendo permiso, terminó su sueño al caer con Holanda pero lo hizo de pie, como caen los verdaderos grandes. Es por esto que la historia ya tiene un lugar reservado para esta Selección, que se lo ganó con todas las de la ley.

Ya es parte de la historia porque arribó a este Mundial teniendo que jugar un repechaje, ya que quedó 5to en las eliminatorias sudamericanas. Como si fuera poco, tuvo que integrar el “grupo de la muerte”, en el que estaban Sudáfrica, el anfitrión, y Francia, el último subcampeón, y terminó primero. En octavos tuvo que verse las caras con Corea del Sur y salió victorioso haciendo gala de su ya conocida garra. En cuartos fue protagonista de un partido para el infarto y terminó derrotando a Ghana por penales en un partido que estuvo a punto de perder. Finalmente, en la semi cayó ante la invicta Holanda pero dejó todo hasta el final y terminó de demostrar que su actuación no fue casualidad.

Con un juego poco vistoso pero efectivo, Uruguay salió dispuesto a cortar el circuito de juego de la ofensiva holandesa, pero se encontró con un gol de otro planeta de un defensor (Van Bronckhorst) y todo se le hizo cuesta arriba. Sin embargo, cuando parecía no reaccionar, apareció su jugador distinto, Diego Forlán, para poner el empate con otro gol made in Jabulani (pelota que cambia su recorrido en el aire) y darle otra vida más a su equipo.

El arranque del segundo tiempo mantuvo la misma tónica, con Holanda volcado al ataque y Uruguay aguantando y sorprendiendo con alguna contra. En ese período, la ausencia de Lugano, estandarte de la defensa uruguaya ausente por lesión, comenzó a notarse. Los avances de los europeos eran cada vez más punzantes y parecía que el gol era cuestión de tiempo. Y así lo fue. En escasos minutos, Holanda quebró el arco uruguayo dos veces (la primera en offside) y la historia comenzaba a sentenciarse. Uruguay parecía entregado.

Pero entrega es una palabra que parece no estar incluida en los diccionarios uruguayos. Sin piernas ni claridad, pero con demasiado amor propio, los sudamericanos metieron en un arco a su rival en los últimos minutos, a fuerza de pelotazos y centros. Y hasta tuvieron la oportunidad de descontar con el tiempo cumplido y hacer transpirar a los miles de holandeses presentes en el estadio. Pero hasta ahí iban a llegar. Y vaya si es lejos.

De esta forma, Holanda arribó a la tercera final de su historia (perdió las dos anteriores) y buscará su primer Título del Mundo para coronar un presente de ensueño, con 24 partidos invicto (incluidos todos los partidos de eliminatorias y del Mundial, más amistosos). Por el lado de Uruguay, este arribo a las semifinales parece el comienzo de un resurgir. Tantas veces relegado a quedarse afuera de los Mundiales en las eliminatorias o en primera ronda, esta ocasión encontró a un equipo con hambre de gloria, como no se ha visto en mucho tiempo. La juventud en muchos de sus hombres ilusiona. Los hinchas más viejos se acordarán del famoso Maracanazo y sus artífices, y seguramente los relacionarán con estos nuevos héroes, que a pesar a haber perdido se llevaron toda la gloria, esa misma que el pueblo uruguayo no pudo encontrar en 60 largos años y que hoy volvió a conocer con una actuación memorable.

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