lunes, 8 de marzo de 2010

Argentina tiene su Rey


Una de las definiciones que la Real Academia Española ofrece del término "rey" es: "Hombre, animal o cosa del género masculino, que por su excelencia sobresale entre los demás de su clase o especie". Vaya si esta descripción calza a la perfección con lo que representa David Nalbandian hoy en día para el tenis argentino.
El de Unquillo llegó con lo justo a disputar la serie, su médico le dio el OK el miércoles y el viernes ya estaba junto a la delegación en territorio sueco. Una delegación por demás diezmada, con las ausencias de Juan Martín Del Potro y Juan Mónaco, y con la sensación de que se viajaba con el único objetivo de hacer un "papel digno", de no "pasar papelones". Parece que David se tomó en serio esto de la dignidad, porque el sábado acompañó de la mejor forma al debutante Horacio Zeballos (excelente debut, por cierto) para sorprender al siempre parco Robin Soderling y llevarse el partido de dobles con una soberbia actuación.
Pero Nalbandian tenía un poco más de tinta en el tintero para escribir otra de las tantas páginas grandes del tenis argentino. Le tocó volver a saltar a la cancha el domingo nada más ni nada menos que con la serie 2-2 y contra un Andreas Vinciguerra que parecía Andre Agassi en los primeros puntos del partido. David supo mantener la calma, comenzó a hacer su juego y empezó a dejar chiquitito al sueco, que al poco tiempo se dio cuenta de que de el pelado de Las Vegas tenía solo las entradas. Sin embargo, cuando el partido ya parecía inclinado para el lado del argentino, las piernas comenzaron a jugarle en contra, y no sólo el izquiotibial que lo había tenido parado durante tanto tiempo empezó a molestarle, sino que también sintió molestias en el aductor de la otra pierna ¿Abandonó? ¿Se acabó la ilusión de la epopeya argentina? Para nada. Un par de masajes le sirvieron para seguir en el partido, dándose el lujo de regalar un set para que todo sea un poquito más divertido. Fue 7-5, 6-3, 4-6 y 6-4 en 2 horas y 35 minutos, para desatar la locura argentina y comenzar a pensar en Rusia, al que hay que visitar en Julio.
Pero esa será otra historia. La serie sirvió para demostrar, una vez más, el gran recambio de la Legión Argentina, que superó las ausencias y sacó adelante una serie que ya estaba perdida. Leonardo Mayer (ganó un punto el viernes), Eduardo Schwank (hizo un muy buen partido contra Soderling) y Horacio Zeballos (partidazo en el dobles), demostraron que están a la altura de las circunstancias y que van a estar disponibles para cuando se los necesite. Y David, el Rey David, volvió a mostrar su estirpe copero y su amor por la camiseta argentina ¿Gordito? ¿Agrandado? ¿Soberbio?, lo que quieran, pero nadie puede discutir el plus que le imprime a cada punto jugado en Copa Davis. Un plus que solo los verdaderos reyes pueden dar.

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