
Sumado a esto, más allá del resultado, el equipo mostró una identidad propia por primera vez en la era "Diez". La defensa estuvo en un gran nivel y ya no hay dudas de que los que defendieron ayer serán los mismos que arrancarán frente a Nigeria el 12 de junio. En el medio, Mascherano dejó de lado las imprecisiones que venía mostrando en los últimos partidos con la albiceleste y volvió a parecerse a aquel motorcito que hacía arder las palmas de los más exigentes hinchas de Ríver. Verón mostró el carácter que lo llevó a lo más alto de América con Estudiantes, jugando y haciendo jugar. Por las bandas estuvieron los puntos más altos del equipo: Jonás dio una nueva muestra de sacrificio marcando, corriendo a todo alemán que le pase cerca y desbordando cuando se lo permitieron. Di María se puso la pilcha de conductor y fue el más desequilibrante durante todo el partido y hasta estrelló un tiro en el travesaño en el primer tiempo, luego de una buena pared con Higuaín.
Quizás la cuenta pendiente que seguirá rondando en la cabeza de Diego a esta altura sean los delanteros, o mejor dicho, Lionel Messi. El rosarino volvió a mostrar un bajísimo nivel que ya preocupa no solo a los hinchas sino que también le quita el sueño al propio Maradona, aunque continúe asegurando que Lío mostrará todo su potencial en Sudáfrica. Los periodistas, hinchas, jugadores y cuerpo técnico así lo esperan.
Faltan 98 días para conocer la verdad, pero lo cierto es que, con esta actuación, Maradona volvió a sonreir y las esperanzas de los argentinos más pesimistas volvieron a aparecer. Será cuestión de esperar tranquilos, con la seguridad de que, por fín, tenemos un equipo en serio.
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