lunes, 17 de mayo de 2010

El sabor del reencuentro


Con esta, ya van ocho veces, pero la alegría se siente como si fuese la primera. Quilmes, el eterno sufrido, aquel que supo bancarse frustración tras frustración en busca de un ascenso hace un par de años, aquel que se ganó un lugar en la Libertadores y peleó de igual a igual con los más grandes del continente. Ese mismo que terminó en el último lugar del Clausura 2007 y se despidió de la máxima categoría, hoy es pura felicidad y vuelve a Primera División, por octava vez en su larguísima historia.
No fue fácil, aunque la primera mitad de campeonato lo daba como principal favorito. Sobre el final de un torneo que lideró en su mayor parte, aparecieron los fantasmas y el equipo sumó seis partidos sin triunfos, con cinco empates y una derrota. Esta irregularidad hizo que Olimpo se consagre como el mejor y deje a Quilmes y sus fantasmas en la dura búsqueda del segundo pasaje a Primera. A su vez, All Boys sumó una interesante seguidilla y se puso a tiro, por lo que en el último partido ya no habría márgen de error. Con un punto, Quilmes volvía a la A. Y así fue, sin sobrarle nada, un pálido 0 a 0 frente al frío Belgrano terminó de sellar el pasaporte a la gloria.
Un proceso que arrancó con José María Bianco hasta la fecha 19, cuando Jorge Vitrola Ghiso agarró el timón y supo conducir a un equipo que siempre supo lo que quiso. Con jugadores de experiencia y renombre en Primera, como Facundo Sava, Pablo Garnier y Marcelo Pontiroli, sumados a un conductor como Miguel Canéo, que fue siempre el eje de fútbol del equipo, además de varios pibes de las inferiores que dejaron la vida cada vez que les tocó jugar, Quilmes encontró la fórmula del éxito. Por octava vez, las 20 mil almas que coparon el estadio Centenario volvieron a sentir el delicioso sabor del reencuentro.

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