martes, 29 de junio de 2010

Es un afano (x2)


Si bien ya pasaron dos largos días y toda la tela está más que cortada, el triunfo de Alemania sobre Inglaterra en el clásico europeo de octavos de final sigue dando que hablar. Desde este blog se asegura que fue afano no sólo por el increíble gol de Lampard que el línea uruguayo no vio o no quiso ver, sino porque, previa y posteriormente a ese trascendental fallo, los teutones le dieron a sus pares ingleses una lección de fútbol y toque pocas veces vista.
En el 28º enfrentamiento en la historia de estas dos míticas selecciones, Alemania prevaleció con la fórmula que mejor le cabe: solidez defensiva y explosión de mitad de cancha para adelante. Con esta fórmula, el equipo de Low salió decidido a atacar desde el minuto 0. Enfrente, el alicaído Inglaterra de Fabio Capello, que había entrado a octavos pidiendo permiso, tomó la errónea decisión de esperar a Alemania, y cuando se quiso acordar ya estaba dos goles abajo. Un pelotazo larguísimo del arquero Neuere encontró al letal Miroslav Klose, que le ganó en el mano a mano a Upson y sentenció a James para abrir el marcador. Minutos después, a los 32, una fulminante combinación entre los movedizos Özil y Müller terminó en los pies de Lucas Podolski, que con un zurdazo puso el 2 a 0 y terminó de derrumbar las ilusiones inglesas.
Sin embargo, un Inglaterra agonizante atinó a sobrevivir sobre el final del primer tiempo. Primero, un frentazo de Upson tras un centro de Gerrard venció al arquero alemán y puso el 2 a 1. Inglaterra reaccionaba y había olor a partidazo. Sin embargo, un instante después llegaría el principio del fin.
A los 37 minutos, Frank Lampard sacó un potente remate que dio en el travesaño y picó casi medio metro adentro del arco alemán. Era el 2 a 2, el festejo y el desahogo de un equipo que parecía muerto. Los hinchas lo gritaron, Capello y Lampard también. Lo gritaron todos menos Mauricio Espinosa, el línea uruguayo, que hizo ojos ciegos y se mantuvo firme en su posición, como si nada hubiese pasado. El juez Larrionda tampoco hizo acuse de recibo y todo quedó en la nada, ante las aireadas y justificadas protestas inglesas. El error estaba consumado, ya no había vuelta atrás y los de Capello iban a sentir el golpe. Como en 1966, cuando le regalaron un gol que nunca fue a Inglaterra para que consiga su único título del mundo, pero al revés, la historia se repetía.
En el complemento, con el ánimo por el piso y las graves y evidentes falencias técnicas, los jugadores ingleses parecieron sombras de los alemanes. Siempre a destiempo, a otra velocidad, terminaron por resignarse ante la verdadera exhibición de fútbol que tenían enfrente. Thomas Müller terminó por recibirse de crack al anotar dos goles con el manual del contraataque en la mano. En el tercero, la manejó Schweinsteiger y Müller apareció como un rayo por la derecha para ajusticiar a James. El cuarto gol dejó en evidencia la diferencia de velocidad entre un equipo y otro. Un aislado rechazo encontró a Özil y Barry en una frenética corrida por la izquierda en busca del balón ¿El resultado de la carrera? Ganó el del Werder Bremen, por afano. Una vez dominada la pelota, el habilidoso volante se encargó de dejar a Müller con el arco libre para que el compañero de Demichelis en el Bayern le ponga el moño a la histórica goleada. Fue un afano por partida doble.
En un partido con todos los condimentos, Alemania demostró una vez más su increíble potencial y logró el pasaje a cuartos (por 15º Mundial consecutivo). En esa instancia tendrá que verse las caras con Argentina, en un duelo que promete y mucho, teniendo en cuenta que ambos equipos son los que vienen demostrando mejor fútbol. Será un partido para alquilar balcones. Esperemos que esta vez no sea un afano para los alemanes, en ninguno de los dos sentidos.

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