viernes, 11 de junio de 2010

Empezó la fiesta


El momento tan esperado llegó. Millones de personas alrededor del mundo y miles de fanáticos que se dieron cita en el Estadio Soccer City fueron testigos de la apertura del evento más esperado desde hace ya cuatro largos años. Colores por doquier, bailes típicos del continente y cantantes locales fueron los principales protagonistas de la celebración, que no tuvo nada que envidiarle a las magníficas aperturas de los anteriores Mundiales. Además, el infaltable mensaje de Nelson Mandela, proyectado en una gigante pantalla, ya que el líder pacifista no pudo acudir por la trágica muerte de su bisnieta, le dio el toque emotivo a la fiesta. En fin, todos los condimentos posibles para que un acontecimiento de tal magnitud tenga la bienvenida que se merece.
Una hora después, los verdaderos protagonistas saltaron a la cancha y el estadio, que presentó un lleno total a la hora del arranque del partido, estalló entre el sonido de las vuvuzelas sudafricanas y los gritos de los más de diez mil mexicanos que acudieron a la cita. Un dato de color: para retribuir un poco de la alegría que impone el público local, los jugadores sudafricanos saltaron al campo de juego para hacer la entrada en calor...¡bailando!
Ya en el partido, el equipo local mostró un nerviosismo esperable en el primer tiempo y fueron los aztecas quienes dispusieron de las mejores chances para abrir el marcador, pero la impericia de los delanteros y la buena fortuna jugaron del lado de los Bafana Bafana y todo se mantuvo en cero. La más clara: un mano a mano del argentino Guillermo Franco, que no pudo definir con comodidad y terminó en una gran atajada del arquero Khune.
Si en el primer tiempo el nerviosismo fue propiedad de los locales, el complemento fue la contra cara, porque los mexicanos parecieron sentir la responsabilidad de abrir el marcador y comenzaron a mostrar serios errores en la marca y en el traslado del balón. Este hecho fue excelentemente aprovechado por Sudáfrica que comenzó a desplegar su juego por las bandas y a llenar de centros el área defendida por el Conejo Pérez. Con esta fórmula, llegó la apertura del marcador, un golazo de Tshabalala, quien después de una gran corrida terminó clavando un zurdazo fulminante que se coló en el ángulo izquierdo del guardametas mexicano y desató la locura de la afición local.
En los momentos posteriores a la apertura del marcador se vio lo mejor de Sudáfrica y lo peor de México, que parecía perdido y llamativamente entregado. Sin embargo, los sudafricanos terminaron pagando muy caro la falta de justeza en los últimos metros y el Tri, mediante un centro aislado que encontró sólo a Rafael Márquez en el área para definir, alcanzó la igualdad.
Con varios minutos por jugar y la sensación de que el partido estaba para cualquiera de los dos, varias fueron las aproximaciones a ambos arcos, aunque todos los intentos de ambos bandos terminaron en nada.
El empate final deja un sabor amargo para los dos, porque los sudafricanos tuvieron todo para liquidarlo y no pudieron. Y porque los mexicanos terminaron resignando dos puntos que podrían ser fatales, más aún teniendo en cuenta sus próximos rivales: nada menos que Francia y Uruguay.
Con buen fútbol, emociones y un marco impresionante, empezó a rodar la pelota en Sudáfrica. Bienvenidos al show...

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