sábado, 12 de junio de 2010

Por una cabeza


Estuvo el desequilibrio de Messi. También el coraje de Tévez y la insistencia de Higuaín. Sin embargo, contra todos los pronósticos, el héroe de la tarde de Sudáfrica en el debut argentino fue Gabriel Heinze. Sí, aquel mismo eternamente resistido por los hinchas se encargó de convertir de palomita el único gol del partido, para que el equipo de Diego Maradona arranque con el pie derecho su sueño mundialista.
La previa del partido fue por demás emocionante. Un Maradona que salió a reconocer el campo de juego como un niño, se encargó de saludar enérgicamente a cada uno de los miles de argentinos que asistieron al debut. Como si fuera poco, también tuvo tiempo para acercarse hasta donde estaban sus hijas y el pequeño Benjamín, su nieto, que le regaló una catarata de besos a distancia.
Con este preámbulo, todo estaba planteado para la fiesta. Y el partido arrancó con la misma tónica, porque al minuto de juego Messi habilitó a Tévez en el punto penal y un defensor nigeriano llegó justo para ahogar el grito. Era un aviso de lo que venía. Porque escasos minutos después, un corner de la derecha encontró sólo en el área al Gringo Heinze, quien ensayó una palomita excelente que se coló en el ángulo, para abrir el marcador antes de que se cumplan los diez minutos de juego.
El gol le dio tranquilidad a Argentina, que intentó siempre jugar la pelota y hacerla circular con los muy buenos pies de sus hombres de mitad de cancha para adelante. Messi remató dos veces e hizo lucir a Enyeama, arquero nigeriano que luego se transformaría en la indiscutida figura del partido. Otra apilada del rosarino dejó libre a Gonzalo Higuaín para definir, pero su remate salió al lado del palo.
¿Nigeria? Inquietó muy poco en el primer tiempo y pareció acusar el golpe del gol tempranero. Apenas algunas aproximaciones por el carril izquierdo, aprovechando la soledad de Jonás Gutiérrez en su banda para cubrir, pudieron haber terminado en buen puerto, pero los delanteros parecían desconectados.
El segundo tiempo arrancó con la misma tónica del primero. Argentina buscando, Nigeria esperando. Sin embargo, los nigerianos parecieron descubrir ciertas falencias en el fondo argentino y se animaron más. Tuvieron dos o tres situaciones claras que no terminaron en gol porque la precisión en los últimos metros no es algo que caracterice al equipo africano. Algunos jugadores argentinos parecieron sentir el cansancio y el equipo de Diego no lograba cerrar el partido, a pesar de contar con un rapidísimo Messi, que tuvo dos situaciones más en el complemento que no pudo concretar.
Maradona, sabiendo a la perfección esa vieja regla del fútbol que dice "Los goles que no se hacen en un arco, se sufren en el propio", metió mano y mandó a la cancha a Burdisso para cuidar el resultado. Pero parecía que no iba a hacer falta mucho porque las pocas luces de Nigeria de mitad de cancha para adelante eran notorias y sólo restó esperar el pitazo final del árbitro.
Fue victoria y estuvo bien, hasta podría haber sido más abultada. Sin embargo, quedarán en el tintero algunas falencias defensivas que ante un equipo de mayor jerarquía no pueden aparecer y la falta de definición en el arco rival, algo vital para seguir alimentando la esperanza. Se dio el primer paso, ahora quedan seis más.

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