martes, 22 de junio de 2010

No hay pochoclo que alcance


Iban 34 minutos del segundo tiempo, el partido estaba uno a cero y no había indicios de que Grecia quisiera o pudiera empatarlo. Fue ahí cuando todos los argentinos (excediendo las camisetas), sintieron que algo estaba por pasar. Maradona habló con Mancuso y Enrique, quienes les recomendaron que meta a Higuaín para definirlo, y Diego no dudó: ¡Martiiiiiin, vení!, se escuchó en el banco. Y ahí estaba él, con su torpe andar y su sonrisa de siempre. "Entrá y definilo", le dijo Diego al oído. A esta altura, los guionistas ya comenzaban a tronar sus muñecas previendo lo que venía. Otro de los capítulos de su extensa carrera de película estaba a punto de ocurrir.
Fue apenas nueve minutos después de su ingreso, a los 43, cuando el arquero Tzorvas (figura del partido) le negó uno de los tantos remates que ensayó Lionel Messi (ya va a entrar, nene) y el rebote lo encontró ahí, exactamente donde tenía que estar. De derecha, su pierna menos hábil, el goleador ubicó la pelota sobre la esquina inferior izquierda del portero griego y confirmó lo que se preveía. El abrazo posterior con Messi, la felicidad de Diego y las lágrimas de su hermano y su mamá en la tribuna serán actores estelares de su film. La emoción de cada hincha argentino, ya sea en Polokwane, Buenos Aires o La Quiaca, también.
Ya no quedan adjetivos que describan lo impresionante de sus hazañas. Ese mismo que le dio la clasificación a Argentina y motivó la palomita desenfrenada de Diego bajo la lluvia del Monumental. Ese mismo que, en una pierna, eliminó a Ríver de la Copa Libertadores, aquel mismo que se jacta de ser el máximo goleador en la historia de Boca Juniors. Ese excéntrico pibe que pasó por todos los looks, hoy es un hombre leyenda, y bien merecido se lo tiene.
Hoy forma parte de un grupo más que unido, que plasma la excelente convivencia interna dentro de la cancha a la perfección. Que a pesar de cambiar a más de la mitad del equipo sigue demostrando un inmenso poderío ante sus rivales. Que hoy terminó de sellar una fase de grupos perfecta, con tres victorias, siete goles a favor y sólo uno en contra.
El próximo escollo será México, como en 2006. No será fácil ni mucho menos, pero este equipo parece estar para cosas grandes. Con Martín Palermo como actor estelar, la Selección de Diego vive su propia película. Esperemos que el final sea el deseado, ese que todos esperamos. Por ahora, sólo nos conformamos con el trailer.

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